Un día no hace mucho, conversando con una amiga sobre los jóvenes con oportunidades y el hecho de que sistemáticamente se quejen de que no hay trabajo, mi amiga rescató “una expresión en desuso -en sus palabras- que tanto explica”:
La gente es muy merecida.
Ella y yo de origen obrero (y obreras seguimos siendo, que lo del príncipe era un timo para enseñarnos a ser Cenicientas), recordamos como en nuestra época post-universitaria, los jóvenes de nuestra generación se quejaban de que no había trabajo, mientras nosotras saltábamos de uno a otro, para pagar nuestras vidas y no depender de la familia. No había trabajo de lo nuestro o nuestro currículum no acertaba las exigencias. Pero nosotras, que financiamos la carrera trabajando y no teníamos enchufe alguno, sabíamos que el trabajo de nuestros sueños era algo por lo que había que luchar, y estaba claro que no llegaría así de fácil, después de tres meses de patear la ciudad.
Recordamos también como de pequeñas, a principios de setiembre, comenzaba la peregrinación por las puertas que nuestras madres nos habían indicado donde habitaba alguien que había estudiado nuestro grado el curso anterior, con lo que eran susceptibles de poder dejarnos los libros. En la mayoría de los casos sus madres ya habían pactado con las nuestras, pero nos tocaba a nosotras ir a pedir. Mismo en la universidad, nunca me compré un libro, siempre esperé paciente mi turno en la biblioteca, con lo cual debía planear con antelación y visitar por sorpresa a profesores que aún no conocía, a fin de averiguar qué era lo que iba a necesitar.
Está muy bien lo de comprar y poder disfrutar de las cosas de primera mano y además poder decir que son nuestras. Pero, ¿es siempre necesario?
Lamento la evidencia de que el consumo mate nuestra imaginación, nuestro futuro, nuestro legado. Y lamento que algunos hombres y mujeres arriesguen sus vidas por llegar aquí, engañados por las grandes casas y los grandes parques y los electrodomésticos que vieron en alguna serie de televisión en la taberna del pueblo. Atrás dejaron campos, animales, huertos. Con suerte, conseguirán traer a aquel familiar por cuya operación allí no pueden pagar y sin la cual morirá. Con suerte, reunirán el dinero que necesitan para construirse una mansión de vuelta a casa, quizás...
Los pobres quieren ser ricos. Y los ricos quieren ser más ricos.
El mundo está preocupado por la crisis económica… ¿No era eso lo que hacía que las comunidades se hicieran más fuertes?
Cuando la injusticia cae sobre tus espaldas, hoy, necesitas un abogado. Antes, comenzaba una revolución.
Un titular amarillo de hoy: “No llegamos a fin de mes, está a punto de comenzar la escuela y no podemos pagar el material de nuestros hijos”.
Los niños están solos. Y si lanzan piedras, los pocos que se atreven, son frikis, antisistema, locos. Se les tapa la boca, se les encierra, se les mata.
All over the world.
Nacemos puros, mes amies, mes amis…
En memoria de Rachel Corrie:
Dear Rachel,
It is not a special day, only here I am, doing nothing, typing words, save at home, and I thought of you once more.
I am sorry you died the way you did. It was not meant to happen. I hope some day History gets back to you.
Born Rachel Corrie
Died
She was killed by a Caterpillar D9 armoured bulldozer operated by the Israel Defense Forces (IDF) during a protest against the destruction of Palestinian homes by the IDF in the Gaza Strip.
Nationality American Alma mater Capital High School, The Evergreen State College (TESC) Home town Olympia, Washington Parents Craig Corrie, Cindy Corrie
Sempre podem "escoltar les respostes dins del vent", però a nosaltres ens toca portar-les a la realitat.
ReplyDelete