Religiones
Salgo de casa discurriendo amanece, que no es poco, pero cuánto tráfico y qué peste, esta ciudad, y una mujer se me acerca y creo que se habrá perdido, pero sólo quiere hablarme de su iglesia y le digo no gracias, mientras pienso Dios, que sólo son las ocho de la mañana. A la boca del tren hay una caseta de boletos y pregunto cómo hay que hacer esto, es mi primera vez. Usted compra y espera que le toque. El resultado es a la noche. Gracias. Ahora tengo en mi bolsillo un símbolo de algo.
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