Saturday, December 09, 2006

Robert Surcouf "el tío chulo"


Nos agarrábamos al viento para avanzar en el interior de la tormenta. En la muralla, dos gaviotas. Una ciudad joven (si la historia tiene edad y memoria), protegida del mar por la piedra. Le Grand Bé et Le Petit Bé en el centro de olas furiosas, hocicos al viento. Chateaubriand, un escritor joven (si la literatura tiene historia y memoria), se aisló allí, quizás a ser vapuleado ―o sepultado― por el viento. Una estatua en lo alto de la muralla, valiente, fuerte, señala Inglaterra, no como la estatua de colón, con un dedo, sino con todo el cuerpo. Robert Surcouf, el viajero. No pensemos hoy en aquellos que estuvieron antes. Tras el frío, un bar al fuego de una chimenea. Guiness por casualidad, pero no podía faltar. Al seguir la sombra que se nos adelanta, hacemos las paces con quienes fuimos. Un río de lluvia circula limpiamente por el empedrado, calle abajo. Desire Noir es la música de la tarde, leyenda maldita para un genio. Carbonizado por las brasas, el escudo de Bretagne, junto a una sartén para asar castañas y otra para hacer galettes. Saint Malo, ciudad fortificada. "Intra Muros" oscuro. El chico del bar viene a avivar el fuego. Una vida entera y sólo son las seis y diez, así que aquí viene la Coreff. Y camino del aseo esa emoción de estar por primera vez en el extranjero. Es cierto lo que dicen, que la juventud se lleva en el espíritu. Es más cierto cuando lo dice el Pescador: su vida y su mundo un ejemplo, no por convicción sino por carácter, que, como él dice, no nace en nosotros, sino que lo construimos. En la barra, un zurdo hace sus tareas de la escuela y bebe una coca-cola en botella de vidrio de 33 cl. Abandonamos la Belle Époque para perdernos entre tejados y fantasmas.

1 comment:

  1. Anonymous1:13 PM

    parece que el viaje ha sido 'chulo'

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