Saturday, May 19, 2007

Alicia

Me visto para ti, pero llega Clarissa antes. Clarissa con su amiga y un vestido de tirantes verde, sus axilas rubias, sus ojos de hada suspicaz. No sé porqué Clarissa tiene que seguir viviendo con nosotros. Me dijiste que se iría cuando yo llegara y ya han pasado meses. Claro que también es su casa, pero ¿Cuándo voy a empezar a estar yo en casa? Todas las bromas son vuestras, me cuesta mucho sentir que tú y yo somos pareja. Clarissa y su amiga hacen el amor en nuestra cama, porque es la grande y me da asco pensar en todos los pelos púbicos que se quedaran agarrados a nuestras sábanas. Subo al terrado hueco y tengo vértigo, aunque nunca tuve. Me digo que debo dejar de agarrarme, pero no soy un murciélago y en cuanto suelto el filo pierdo el equilibrio y caigo a toda velocidad por el agujero. Es el final, Alicia. Sin embargo, floto en el margen entre el vacío y la muerte y me deposito con suavidad en la entrada del bar. Sin querer, me bebo el refresco de un señor, a mi lado. Pensaba que era mío, tenía tanta sed, ¿quiere saber lo que me acaba de pasar? Me invita a una cerveza. Cuando vuelvo a casa, la amiga de Clarissa está subiendo a su moto. Se quita la camiseta porque hace calor. Se pone el casco. No lleva sujetador. Clarissa le grita que está muy guapa. Tú también estás ahí arriba en el balcón y también dices que está muy guapa. La amiga de Clarissa me saluda y llega hasta mí un fuerte olor. Subo las escaleras, quiero besarte, pero Clarissa te está explicando lo fabuloso que se lo pasa con esta chica en la cama. Cuando por fin te tengo un rato a solas te pregunto si alguna vez lo hiciste con Clarissa, pero no quieres contestar, eso es privado, dices. ¿Y alguna vez lo hiciste con ella mientras tú y yo ya estábamos juntos? Desvías los ojos. Creo que os odio a los dos.

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