Tuesday, May 29, 2007

Pen

Paula escribió un día (y luego nos contó) de un error que había cometido. En compañía de nuestros cafés, un sábado por la mañana, Eire comprendió y yo no. Su “error” no me parecía en absoluto grave y me costaba entender su enfado, su obsesión. Tal vez pensaría lo mismo ella de mí hoy o quizás, porque su “error”, comprendería el mío.

Trabajamos tan duro para ser las personas que queremos ser. Vigilamos los detalles, controlamos las emociones, nos mantenemos en un paréntesis de equilibrio construido con años de ejercicio, de observación. Ese paréntesis es básico, es el pilar de quien queremos ser, para alejarnos de esa persona que fuimos y nos hizo tanto daño (y también a los demás). Y un día, sin motivo alguno (pero hemos bajado la guardia), esa reacción, ese impulso, esa emoción que tanto nos desestabiliza, toma el control de un instante de nuestra vida. Y nos domina. Todo se echa a perder. Sucede, no se puede detener, nada es tan intenso. En dos minutos ha ocurrido y no se puede volver atrás, borrar, olvidar.

¿Cómo puedo permitir que me quieran cuando tanto me detesto?

¿Mi error? Perder la razón.

Al otro lado de la ventana veo la noche llegar, en compañía de una pinta, Iggy Pop y un bolígrafo que Paula me regaló.

2 comments:

  1. stella, no puede ser tan grave. de hecho mi error no era tan grave, lo grave era lo que representaba para mí, un retroceso. así que por favor, hay lavado de conciencia y sigue adelante. un abrazo, te quiero a lot!

    paula

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  2. retrocesos... ¡qué miedo! Ya me limpio hoy. Gracias. Yo también te quiero, toda.

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