Anoche estuvimos en la horterada del Ratpenat organizada por Bacardi en el Estadi Lluis Companys, con motivo de la primera Noche Blanca en Barcelona. La Fura dels Baus fueron geniales. Montaron un concepto tan brutalmente sencillo a la vez que espectacular, que dieron la vuelta a los ejes que dirigen mi mente, mi estómago, mi percepción. Comediants, no obstante, se quedaron pequeños y ridículos en su fiesta del fuego que debía culminar según guión en la ignición del murciélago Bacardi.
El resto… En ese limbo aburrido entre cumbayá y superficial.
No quiero renegar de un espectáculo gratuito, pero... No sé, ya puestos a montarlo…
Magia, Optimismo, Luz, Verano, Alegría, Energía… Proclamaban las pantallas. Se hubieran puesto a cantar todos juntos “The answer is blowing in the wind” y habría sido igual de insustancial.
Pero al margen de la fiesta del Estadi, la idea de abrir la montaña de noche es fantástica. En especial, porque de función en función caminas por senderos siderales, donde árboles retorcidos y flores extrañas desprenden aromas expresivos y las luces y la arquitectura, sembradas, al parecer, desde las estrellas, dan la sensación de que, por unas horas, paseas por otro planeta. Un lugar en el que no me importaría estar, si este planeta se atomiza.
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