—Salgo del tren y eso impide que una mujer pueda entrar del todo y se queda con medio cuerpo fuera.
—Ya en la calle veo como roban a la mujer que camina frente a mí (yo estoy demasiado mareada de calor como para gritar, ni que sea).
—Voy a cruzar el paso cebra y una moto choca contra un coche.
—Estoy a punto de llegar al supermercado y un señor se cae y se abre la cabeza en la mismísima puerta.
—De vuelta a casa, ya cargada, a un chico que camina unos metros más allá se le escapa de las manos una botella de cerveza que se rompe contra el asfalto.
Me doy tanta prisa como puedo en llegar a casa. Temo por mis congéneres. O está todo el mundo muy atontado (y entonces da igual si soy yo o tú quien camine por donde sea, porque el resultado será el mismo) o me han echado un mal de ojo que por algún motivo afecta a los demás en un radio de diez metros.
Tengo miedo de que si me quedo en casa le pasará algo al edificio. Pero llevo aquí un buen rato sola y todavía no ha pasado nada. Toco madera…
Por cierto, por sino sabéis de donde viene la superstición y al margen del cristianismo y su cruz, parece que tiene origen en las costumbres paganas de los druidas, magos y/o brujas, que tocaban madera para liberarse de las malas vibraciones, ya que la madera constituye una toma de tierra natural. No vale la madera con patas. Así que la próxima vez, en vez de mesas o sillas, corred directamente a la puerta. Otro remedio casero sería llevar en el bolsillo una pinza de la ropa que, además, como obvio que es, sirve para muchas cosas.
:) qué curioso que la comedia siempre se base en pequeñas y grandes desgracias... me parece muy cómico tu post ;) mua gordo!!!!
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