¡Y qué manía tienen algunas personas!
¡Oye! Resulta que Ernesto, el
vecino aquel ¿sabes? Sí, mujer, que te conté, que su hermano, ¿te
acuerdas? Sí, que te lo conté aquel día que, bueno, que su hermano
tuvo que cerrar la tienda, y luego lo de la hija, pobre, pero bueno,
tampoco viene al caso, y ¿en serio no te acuerdas de Ernesto?
Pensaba que te lo había presentado, Bueno, es igual, total, que...
Ya no sé lo que te estaba diciendo...
Pues a lo mejor si se centra más el
personal en lo que tiene que decir y no en lo que se supone que ya
sabemos o debemos recordar, nos convertimos poco a poco en mejores
oradores. ¡Que no es poco comienzo!
Muy bueno, sí, la oralidad de orate de algunos es incombustible.
ReplyDeleteSalud
Ja, ja. Gracias Manuel. ¡Saludos!
ReplyDeleteSi solo dijéramos lo que tenemos que decir, y lo dijéramos además con economía, con corrección gramatical, con las palabras justas... Qué gran silencio, entonces.
ReplyDeleteUn beso, muchacha.
No aburriríamos del silencio y crearíamos ruido. Los humanos somos así. ¡Mira Islandia!
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