Era mediodía y la carne se asaba sobre un viejo somier y ante nosotros ese gran Collserola que tal vez será cierto que preservarán de la urbanización. Era mediodía y el vino entraba terriblemente bien y era peligrosamente rico y los calçots ya se movían en las tripas buscando nuevos caminos, nuevos diseños.
En nuestra felicidad campestre, ¡qué sabíamos aún de la placentera tarde, de la noche de llamas locas que traería música y cuerpos de almas desnudas, de conversaciones inspiradas, de la esplendorosa fiesta entre buenos desconocidos, buena gente!
“No lo digas, no lo digas por decir”, dijiste, “que aún me vas a decepcionar”.
Y si la palabra no había saltado rauda fue porque tenía que buscarla. Como sólo al final de la noche, sola en mi cama, me sentí despojada, abandonada. Y es que la presencia es algo muy grande. Y aquel día brillabas. Como los demás, elfos del mañana, genios del vivir.
ah, como corre el tiempo, ya hay de nuevo calcots??? mmmm que rica!!!
ReplyDeletepues sí, pero tardas unos días en desprenderte de ellos ;-P
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