Tuesday, April 10, 2007

Muebles viejos

En el silencio de la noche, cuando ya las motos dejaron de ahogar y todo el mundo se aquieta porque mañana es laborable, se escucha el estruendo hueco de los mueblos viejos que se trasladan del abandono en la calle a una camioneta. Los más afortunados ya fueron arrastrados, después de cenar, a nuevos hogares. De los que quedaron, quien decida, decidirá.

Dejé en la calle un ordenador que ya no me servía, aunque me había servido mucho. Fue el primero. Había aprovechado de él tanto como había podido. Sólo quedaban sus huesos succionados y secos. Hacía tiempo que estaba muerto y no era más que un cadáver en una habitación que necesita espacio.

A pesar de las razones que me cuente, cuando he escuchado su choque en la furgoneta, he sabido que era él y la noche se ha encogido. Ya sé que los ordenadores no se queman, aún así, quizás debería haber esperado hasta San Juan.

4 comments:

  1. con la de cosas chulas que seguro habías escrito en ese ordenador... ¿por qué quemarlo?

    paula

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  2. no, quemarlo no, pero esperar hasta el solsticio para dejarlo en la calle... Eso sí.

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  3. Sí, deberías haberlo quemado y guardar las cenizas en una vasija de barro al lado del nuevo ordenador.

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  4. y en un arranque de añoranza, esnifarlas

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