Wednesday, April 04, 2007

Piedra número dieciocho: “olvido”

Coco se sentaba todas las tardes junto a la puerta a esperar a Eduardo, aunque Eduardo no volvía. Hacía más de un año. Ángela reanudaba su vida con la ilusión de abrir nuevas puertas y la esperanza de encontrar buenas sorpresas tras las esquinas. Pero por las noches, despojada de la actividad laboral, social y física y lejos de su familia y amigos, lloraba. Coco trepaba a la cama y buscaba el hueco del abrazo más ausente. Ángela y él eran los únicos que sentían la misma pena, del mismo modo, con la misma intensidad.

Un día Ángela no pudo soportar más los recuerdos, el proceso de curación no avanzaba, el olvido no llegaba y, cansada de llorar todas las noches hasta quedarse dormida, decidió cambiar de hogar.

Con el cambio, se iniciaron nuevas costumbres. Por ejemplo, de vez en cuando, un hombre dormía con ella en la cama.

Coco agradecía la compañía y los mimos y nunca sintió celos de aquel que ocupara el espacio del abrazo más ausente, pero aún se sentaba junto a la nueva puerta, a esperar.

Ángela llenó su vida de fiestas, de música, de cuadros a medio pintar. Pero muchas noches abandonaba la cama que algún hombre calentaba y se iba al sofá. Coco entonces, con un suspiro paciente y muy humano, apoyaba su enorme cabeza sobre la mano de Ángela.

1 comment:

  1. 'los animales te quieren de una forma que las personas no pueden' le dice Petra a la profesora de mitología de un colegio religioso en mi película preferida, Cuando cae la noche, el día que se conocen en la lavandería, recién que a la profe se le ha muerto el perro...

    paula

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