Vivimos en democracia, en libertad. ¿Qué nos impide hacer lo que nos dé la gana con nuestras vidas y ser felices?
¿Es más fácil quedarse dormido en el sofá mientras la tele nos sigue matando de aburrimiento que en la cama en posición fetal con un buen libro o con aquel ejercicio tan satisfactorio y creativo que practicábamos de niños llamado imaginar?
Las excusas son numerosas y válidas todas, aunque se puedan reducir a una necesidad rápida de desconectar del día, marcado por una estresante jornada laboral y graves problemas de comunicación con las personas que nos rodean. Esa necesidad justifica todas las drogas, algunas legales, otras no. Algunas letales, otras… No se sabe.
Cuanto más necesario es el silencio, más nos rodeamos (voluntariamente) de ruido.
Ante el huevo o la gallina, es evidente que sin nuestro malestar no existirían la mayoría de las mafias, que son las que crean las guerras. Y que esas mafias están muy interesadas en controlar nuestras necesidades para establecer los malestares que les reportarán más beneficios. Ya, ya lo sé, qué visión más simplista de la vida y cuantos tópicos y dime algo verificable: dame datos, fechas, pruebas, hechos, nombres, estadísticas, información…
En definitiva: lo tergiversable.
La paz sólo se conquistará con argumentos, con lógica, con racionalidad. Cuando los jóvenes hayan sido convencidos de no ir a la guerra, de que hay mejores cosas que hacer, el mundo cambiará. La educación es primordial, la violencia es evitable. El lenguaje puede ser una herramienta de progreso humano, de superación personal. La práctica de la vulgaridad de pensamiento a través del lenguaje por parte de algunos iluminados debería ser objeto de risa, más que de enfado.
La vida es simple. Se toma poco a poco, como el vino, para mantener el puntillo y no emborracharse. Se puede vivir sin querer ir a Tanzania, cuando aquí al lado está el Delta del Ebro. O se puede vivir sin salir, sin comprar, sin cabrito, si lo que uno desea es irse a Tanzania. Es cuestión de averiguar qué queremos y priorizar.
Ha salido una nueva dieta que adelgaza comiendo aún más. Eso parece resumirlo todo.
En el Tibet lo tienen mal y en el Sahara y en Irak y en Colombia y en Nicaragua y en Chechenia. Los palestinos, por supuesto, peor que los israelíes, aunque ser judío no sea ninguna ganga. Las mujeres lo tienen peor que los hombres y los niños, pobres, nacen ya como carroña.
Irlanda, la humillada, la torturada, la ilimitadamente saqueada y asesinada, está libre y en paz.
Lo que distingue a un ser humano de un animal es la capacidad de cambiar su entorno. Es un poder bestial que todos poseemos. Si existiera Dios y nos hubiera hecho a su imagen y semejanza, todos seríamos diosas y dioses. Y usamos tal poder para salir a la calle y arrastrarnos como ratas en cólera, capsuladas en tráfico caótico, esperando el momento de devorarnos los unos a los otros. Quizás es que llega pronto un meteorito que nos manda a todos a tomar por culo y no me he enterado.
Oh, sí! estic convençut que som deus o deeses, però fràgils. solament som creatius quan el poder funciona seguint la seva naturalesa, en cas contrari com ve del no res solament destrueix. la fragilitat és una invitació a la unió i l'estimació. Pep
ReplyDeleteyo procuro vivir lo mejor que puedo en mi pequeña, diminuta vida, porque es lo único que puedo hacer frente a los que no tienen esta posibilidad. si algún día se me ocurre algo para mejorar el mundo, intentaré hacerlo. y, mientras, quién sabe, tal vez venga un meteorito gigante que nos mande al otro barrio. quién sabe... muchos besos, stella!
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