Tuesday, February 20, 2007

Una nota bajo la puerta (5)

La joven extranjera salió del metro sin prisas. Para ella la calle brillaba, todo era intenso: las luces, las gentes, el movimiento. Entró en un bar a por un bocadillo. Preguntó con acento fuerte pero sin apenas errores cuál era el más típico del lugar. “Ostras rebozadas” le dijeron y eso es lo que pidió. Bocadillo en mano paseó hasta el albergue donde se hospedaba, entró en la sala de internet, descargó las fotos del día, escribió una entrada en el blog en tres idiomas, lo cual le llevaba siempre bastante tiempo y luego se trasladó al salón.

Un grupo de chicos jugaba a cartas en la mesa. En el sofá de la izquierda, tres chicas hablaban estruendosamente de aventuras que ella no había corrido nunca. Maldijo su timidez pero recordó pronto las palabras de su médico chino, durante la sesión en la que le había recomendado que viajara: “No vengas más. Te estoy cobrando un dinero que ya no te puede ayudar. Ya sabes lo que falla. Ahora depende de ti”.

Después de unos minutos solitarios en un sillón, escudada tras el volumen de Cumbres Borrascosas que había encontrado en una de las estanterías, respiró hondo, tomó fuerzas y se dirigió a la mesa donde los chicos jugaban a cartas.

2 comments:

  1. querida stella,
    una opinión extraida de la experiencia personal... una psicólogoa nunca hablaría así, plantean las cosas desde otro punto de vista, casi nunca o nunca son concluyentes, hacen valoraciones pero no de ese tipo... no sé, seria una experiencia que hicieras alguna sesión, jajajaja.
    oye, mañana te llamo!

    paula

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  2. tienes razón. Voy a cambiarlo por "médico chino", que son honrados y nunca te sacan más, cuando saben que ya no pueden curarte más.

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