Dues coses no perdonen: la paraula i la mirada.
Qualsevol altra manifestació pot ser considerada com art o entreteniment, incloses la política, l’economia, el terrorisme, la guerra, l’amor, l'esport, el sucre i la moda.
S.B.P.
Es natural que en el inmenso espacio disponible, a los periodistas les dé por analizar los efectos negativos del cambio de horario. ¡A veces me siento astronauta, sí señor! Me tratan con los mismos honores. Aunque vergüenza me da que se preocupen tanto por mí (ya ves, unos días que me acuesto antes y me levanto más temprano, ¡qué tragedia! Teniendo en cuenta que la hora es la misma y el tiempo, en este caso, verdaderamente relativo).
Los ojos sin cráneo sangrientos de humillación, de tortura, de hambre… ¿Es que no vienen a visitaros por la noche? Están por todas partes, con sus bocas desencajadas y sus brazos rotos, sin orejas, sin piernas y aún arrastrándose. Y ellos sí se atreven a mirarnos a la cara. Nosotros no, ni a ellos, ni a los vecinos de metro. Ya no somos. Y ahí la cacería comienza a perder interés.
—Pues a ver si es verdad que hace mucho frío de golpe —ha dicho la aprendiza de panadera, a las siete cuarenta y cinco minutos de la tarde, después de que inesperadamente me hubiera quedado sin obligaciones—, a ver si no es otra cosa de estas que dicen para meterte miedo.
—Mientras no nieve —ha comentado la mujer, la panadera.
—Yo —ha continuado la muchacha, que no tiene más de diecinueve y está a reventar de dulzura—, si hace mucho frío, no vengo a trabajar.
—Pero si aquí nunca hace frío —ha dicho la panadera mientras me servía una de cuarto recién horneada—, es por eso que conservamos el viejo horno en vez de hacer pan eléctrico como los demás.
La joven ha cerrado la puerta para barrer por detrás.
—Soy tan desgraciada —ha pronunciado pensativa—, que mira que he estado en sitios fríos y jamás he visto la nieve.
—Bueno, mujer, eso no es como para considerarse desgraciada.
... Se podría decir que nuestra desnaturalización facilita el desdén hacia ciertas inclemencia del tiempo. Pero ya ves, hay cosas que aún deseamos, bien simples, bien bonitas.
SOM OSTATGES
D'UN SEGREST
DICCIONARI: ostatge: persona que queda en poder de l'enemic i que és considerada com una mena de garantia, com a penyora del compliment d'un pacte.
Segrestar: Dipositar una cosa en poder d'un tercer fins que s'hagi decidit a qui a de pertànyer. Tenir algú aïllat dels altres, reclòs contra la seva voluntat, agafat per exigir-ne un rescat.
Si fem una anàlisi d'aquestes paraules amb el transfons de la crisi financera i immobiliària podem treure les nostres pròpies reflexions i conclusions.
És evident que algú ha de pagar els plats trencats, però qui? Busquem l'anella més feble de la cadena. Resultat? = nosaltres. Els segrestats.
El liberal Garrigues Walker (no el ranger de Texas) diu que cal una renovació ètica dels agents financers i econòmics. És curiós que el món liberal faci sermons quan el funcionament de la seva ment és matemàtic: al preu més alt que es pugui vendre i el benefici més alt que es pugui obtenir (impura usura). Per sort l'asseguradora
I a més a més guarden els diners que tenen i els que reben. Per què? Perquè no en tenen prou amb això. Perquè el que volen és que els duros “sevillanos” que van fer córrer es converteixen en diner legal. Per això no reaccionen, perquè esperen aquesta “legal·lització”. Per això ens tenen segrestats. Som la moneda de canvi. Si no feu el que demanem, tots aquests (tots nosaltres) els enviem a fer punyetes. És clar, amb aquest xantatge tenen també segrestats els governs.
I el liberal Garrigues Walker demanant ètica! I a més a més diu que és molt difícil trobar i castigar els culpables!
Però els governs “liberals” faran el que els hi demanen i diran el mateix que va dir Kissinger de Pinochet: “és un fill de puta, però és el NOSTRE FILL DE PUTA”.
No, no és fàcil adreçar la bombolla immobiliària i les finances, perquè no és qüestió solament de liquidat monetària. És més aviat qüestió de “liquidar” certs comportaments econòmics, financers i immobiliaris fonamentals del sistema. I això ja té una crosta de segles.
Una crosta de poder i supèrbia que permet al president de les immobiliàries espanyoles declarar que abans d'abaixar els preus dels pisos prefereix donar-los al banc. Amb aquesta llibertat d'expressió de qui sap que ningú no li dirà res!
Certament hi haurà mesures, correccions del sistema. Però no escarmentaran. Faran un pas enrere per, d'aquí un temps, fer un altre salt endavant (al més pur estil leninista. Oi que ara volen la socialització de les pèrdues?).
Perquè el “càstig” els hi sortirà barat.
Són com uns fills mal criats. No tenen remei.
Però, és clar, diuen que no tenim una altra alternativa.
Segur?
Pep Martínez
Hubo alguien en la carrera que evitó los edificios y cruzó el desierto de ceniza hasta el mar. Por el camino encontró las señales de locos que dormían en las cavernas. “La próxima vez”, decía uno de los carteles, “trae un poco de vino”. De todos modos, no fue el ganador. Una mujer que dijo haberse tomado una poción que la ayudaba a volar llegó la primera. De la salida a la meta envejeció once años. “No vale la pena”, dijo el caracol que nadie se había comido, “total, al llegar antes, sólo ganas el tiempo que perdiste intentándolo”.
En mi opinión, aprender un nuevo idioma es una de las experiencias más gratificantes para el ser humano, considerando que el ser humano en cuestión necesite, para vivir, la comunicación.
Recuerdo la primera vez que fui consciente de que entendía TODA una conversación en aquella lengua que hasta hacía un tiempo no había sido más que cuatro palabras estereotipadas. O cuando fui capaz de participar con un instrumento en la melodía y ritmo de un grupo. O cuando después de mucho ensayar, acabé memorizando una coreografía para poder actuar en la fiesta de fin de curso.
A nivel intelectual, es como descubrir lo que es un orgasmo.
Vale, quizás no todo el mundo tenga el mismo afán por expresarse que yo, y es aceptable que el sexo sea mucho más importante que el hecho de poder decir en otro idioma: “hazlo lento y dame libertad de movimientos porque yo sé donde tocarme y cómo en el momento adecuado”.
En fin, que estoy muy feliz de estar aprendiendo música, ese otro lenguaje, y que es la hostia de jodido (dictados y todo… Es como estar de nuevo en párvulos), pero muy estimulante. Gracias mil a la base que me dio Merlí, sin la cual estaría tan perdida como en China, donde, me han dicho, los taxistas no saben interpretar los mapas que traen los turistas.
Pulsaron el timbre con insistencia y no fue un sonido agradable, dado que sólo con rasgarlo ya suena a pato moribundo y feroz.
—Víctor, ábrame la puerta, sé que estás ahí.
Víctor me miró desde su escritorio y con un dedo me indicó silencio.
Pero era más de lo que podía controlar, porque el grito del pato me estaba volviendo loca y sin darme cuenta corrí hacia la puerta y me puse a ladrar.
Al cabo de un rato, la mujer se dio por vencida y se fue.
Víctor se enfadó conmigo y me pegó una paliza.
No salí en toda la noche de debajo del sofá y no me sacó a la calle ni antes de ir a dormir ni el viernes por la mañana antes de irse a trabajar.
Estamos a domingo y aún no ha regresado.
La casa huele mal, porque yo he tenido que aliviarme aquí dentro y por supuesto no es a lo que estoy acostumbrada. Empieza a ser difícil también controlar el hambre. Pero de momento, esta noche, prefiero que no venga. Se está bien en silencio y a solas.
Mañana, sino ha regresado, ya pensaré en algo.