Wednesday, October 25, 2006

miércoles


La noche no se rompe aún, ni con el metal de un avión, ni con una gaviota gris. Cinco estrellas parpadean mientras espero que salga el café. Luego, sin vergüenza, el sol comienza a desnudar las cáscaras del mundo, antenas, tejados, nubes alumbradas de carmín. Esa última estrella se apaga al prender mi cigarrillo. El día amanece limpio. Ahora observo un valle que suspira algo apocalíptico. En mi sueño dos chiquillos se escondían de un monstruo de agua en un parking. Vaya poca lógica, pienso ahora, firma de muerte. El horizonte es ocre tras Collserola, rasgado de sangre allí donde el sol debe morar sobre el mar. En este lado de la colina las nubes son frías y oscuras y el viento me pide volver a correr, a saltar. Y no puedo.

3 comments:

  1. Para qué correr, que es de cobardes, si ya corre tu imaginación.

    ReplyDelete
  2. Anonymous1:45 AM

    qué texto más xulo!

    ReplyDelete
  3. ¡Ay, si mi imaginación corriera tanto como mis piernas, cuando pueden!

    ReplyDelete