Friday, October 27, 2006

Rebeca de los ascensores

Me han dicho que no estás bien de la cabeza.

Rebeca se sorprendió ante el comentario, porque no era muy cortés y porque provenía de su jefe más jefe, aquel con quien apenas se cruzaba y que, además, nunca antes le había dirigido la palabra.

Tengo un problema, sí respondió ella modesta, como si el diagnóstico no hubiera sido lo que era, pero lo estoy solucionando.

Estaban en el ascensor, con dos personas más a las que Rebeca conocía sólo de vista, pues no eran de su planta ni de la empresa para la cual trabajaba.

El super-jefe miró con complicidad a los otros viajeros (¿es el ascensor un medio de transporte?) y dijo:

Todos intentamos solucionar nuestros problemas tras lo cual soltó una larga carcajada.

Asombrada, Rebeca observó como los otros dos se reían también con ganas. La broma no le molestó, pero, la verdad, tampoco le encontraba en absoluto la gracia.

Quizás pasándose de lista y a riesgo de perder su empleo, quiso reírse ella también y dijo:

Cuando me curen de la manía de asesinar en los ascensores con dardos envenenados, creo que estaremos todos mucho más tranquilos.

Y de esto también todos rieron. Qué fácil es hacer reír los viernes, pensó Rebeca y metió la mano en el bolsillo que, peligrosamente, había asomado por un instante, cargada y osada.

2 comments:

  1. Anonymous1:23 AM

    veo que te animas con tus propios relatos! genial! tenías ganas ya el otro día de que hubiera un muerto en mi relato y al final asoman los instintos asesinos en el tuyo. es guay! venga, dale a la literatura, stella, que es lo tuyo!

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  2. M´ha agradat molt! Espero que no sigui autobiogràfic.

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