Monday, November 06, 2006

Piedra número tres: “deshonestidad”


“No puedo seguir contigo”, dijo él, “estás siendo deshonesta contigo y con los demás”. “¿Deshonesta?” Inquirió ella, con ojos enfermos e indignación en los pulmones, “todo cuanto he hecho mal ha sido enamorarme de ti, y no es que sea algo que haya podido controlar…” Bogart se deshizo de sus brazos adúlteros, de su voz traicionera, de la suplicante mirada y salió al jardín. Céline, tras unos instantes de severa turbación, resolvió seguirlo, controlar sus emociones y dialogar con su amigo. Bogart fumaba mirando a las estrellas, ni un solo momento le dirigió la mirada, ni la palabra, a ella. Céline balbuceó desatinos característicos del enamoramiento y cuando se dio cuenta de cómo se estaba humillando a sí misma, calló. Luego la rabia la sobrecogió, se tumbó al suelo y empapó la hierba con los flujos de su desesperación. “Quiero que sepas”, dijo él, “que me interesa de ti la amistad, no el drama. Si vas a estar haciéndome escenas como esta, ya puedes irte hoy para no volver. Puedes quedarte esta noche en el sofá, si quieres, porque has bebido mucho, pero no podrás volver a dormir conmigo hasta que te enfrentes a la verdad y seas honesta”.

Céline pasó la noche sobre la hierba, mirando a las estrellas. No tenía ni idea de que aún no era adulta, y que por eso no podía ver las mentiras con las que tergiversaba su situación.

2 comments:

  1. Este cuento me gusta, y describe con garbo los delirios delicuescentes de la adolescencia, que dejan siempre una huella muy característica en los seres. Me recordó a Nabokov, y su Lolita, ardiente y fría a partes iguales.
    Salud
    Manuel

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  2. ¡Llegaste hasta esta antigüedad! :-) Gracias

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