Hay bares en los que siempre es una tarde lluviosa de verano. Lúdicos, agitados, con buena música. Se caracterizan porque en ellos es casi imposible ubicarse en cualquier lugar que no sea el presente. La culpa, los complejos y los problemas quedan, por supuesto, fuera. No se va allí a pensar ni a olvidar ni a organizar. Se va a estar y, consecuentemente, levantan el ánimo, provocan, incluso, euforia.
Entramos en la cueva del juego, de la ingenuidad, de la niñez.
Y como atractivo añadido tienen la peculiaridad de que, por lo general, no poseen cobertura.
Que no tengan cobertura definitivamente es un punto a favor. :)
ReplyDelete