¿Quién no ha sentido alguna vez unas manos extrañas que bruscamente nos apartan de nuestro camino? Diría que dan más ganas de liarse a ostias estos, que conductores nerviosos en una calle peatonal. Porque, ¿Qué se puede hacer? Las personas no llevamos matrículas clavadas en el culo (aún). ¡Urbano, urbano! ¡Una mujer con estrés me acaba de echar de la acera! ¡Eh, señora, respete las señales de tráfico! ¿Adónde va? ¿No ha visto que se me ha estropeado una pierna?
Un día tropecé de frente con un chico que venía contra mí en línea recta. Los dos nos apartamos a la vez hacia el mismo lado. Así que volvimos a intentarlo, una y otra vez. Con otro transeúnte hubiera sido quizás motivo de broma y saludo, pero aquel animal decidió empujarme a la calzada, donde, por cierto, el coche que circulaba se detuvo y el conductor me dedicó una sonrisa de comprensión.
tus últimos posts me han encantado, más de lo que me gustan siempre, que ya es decir. estás aumentando el nivel!!!
ReplyDeletebesitos!!!!!
Gracias.
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