Saturday, November 17, 2007

Aeropuerto

En mi mundo todos despegan, incluso aquellos que pensaron que se estremecerían para siempre en la agonía. Unos se enamoran, otros también. Otras observan escépticas el fruto de su éxito y el miedo se borra de sus rostros humildes y la ilusión brilla. Dr. Love preguntó el otro día si acaso era yo de las que me volvía huraña con los logros de la gente que me importa. Le pregunté que porqué me preguntaba algo tan malvado y respondió que no era malvado, sino humano. Claro que no, le dije indignada. Prueba fue anoche, después de la comedia de Paula, que me dejó feliz y asombrada. Aún con fe, ¿Podía haber previsto que un día Paula llegaría a ser tan buena cuando años atrás nos pasábamos aquellos primeros borradores ingenuos? Me siento orgullosa, hoy. Sin embargo algo te inquieta, dice Dr. Love. ¿Es envidia? No, no es envidia. ¿Entonces? … Es una soledad profunda. Me abandoné. Me abandoné en un bosque plagado de mosquitos por donde caminé con sueño, hambre y calor. No podía continuar. El cansancio era tan grande. Y me obligaba. Tenía que sobrevivir ¿no? Tenía que asesinar. Y ahora me echo de menos. Creo que los logros de los demás hacen que me eche de menos. Creo que hacen que piense en ello. En mi evasión era feliz. Como en todas las mentiras. Hasta que…

Quizás si siguen volando alto me guiarán a una pista de despegue.

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