Pues sí mamá, noté el frío al volver ayer a casa y sin poder soportarlo en mis oídos me detuve en el mercado a comprarme un gorro. El viento se me llevó uno de mis pendientes favoritos que, al coincidir con la hora del apagón ecológico, no pude recuperar. Y la gente por las calles tenía la cara constreñida, como en Bruselas.
La verdad, me siento mucho más revitalizada. Ni virus, ni pereza, ni melancolía: frío. Que lo cura todo.
Que gran tesoro posees!!!
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