Esto no va de lo típico de estos días (Catalunya y como hacer que estos catalanes
se callen de una p vez o vuelve el fascismo y será culpa de ellos).
Aunque tiene mucho que
ver.
Me acabo de enterar de que un
compañero de trabajo sindicalista está acusado por la fiscalía por
una rueda de prensa consensuada con todos los sindicatos en la que se
reclamaba que la empresa cumpliera con las promesas.
No hubo violencia. Ni
piquetes. Ni amenazas verbales. Ni juegos de palabras. Ni bromas. Ni
payasadas. Se dijo lo que se venía a decir. ¿Y se enfrenta a once
años de prisión?
Quiero irme de esta
tenebrosa, represiva y aburrida España, donde, para colmo, la gente
que intenta aliviarnos con un poco de humor, no me hacen ninguna
gracia.
¿En serio Europa se va a quedar mirando, como siempre?
El bar en penumbra
apestaba a vómito, alcohol y sangre podrida. Seguí al anciano
pequeño y calvo. Abrió una puerta que parecía de juguete y me
indicó los viejos escalones de madera que bajaban al sótano. Dudé.
Él dijo que no podía acompañarme porque estaba fatal de la cadera.
De las profundidades llegaba algo de luz y la música de una radio
mal sintonizada. Me entró pánico. Mi corazón comenzó a darse
golpes por el interior del cuerpo. El anciano metió la mano en el
bolsillo y sacó unas llaves.
—Son las de Bertrand
—dijo y me las entregó—. Siempre se las olvida y a la mínima
corriente de aire, se queda encerrado y tengo que volver hasta aquí
para abrirle la puerta.
Tener las llaves en la
mano me tranquilizó.
—No suba usted sin él.
No le dé las llaves, es capaz de perderlas. Y no tarden. Dígale que
su madre le espera para comer.
Descendí los peldaños.
Crujían de un modo familiar, como los de la casa de mi tía de la
Barceloneta. La puerta se cerró tras de mí con un golpe seco e
impersonal. Atravesé un espacio de columnas y una bóveda, llegué a
la luz y a la radio, que ahora reproducía un anuncio de seguros de
hogar. Había una mesa, un ordenador y una silla. Tuve que estar
encima para verle, pues la silla era dos veces más grande que él.
—¿Bertrand? —pregunté
atónita, al ver un niño de no más de nueve años.
—Sí —respondió él,
con voz distraída. Lidiaba contra invasores en una jungla, en línea.
—Te traigo un mensaje.
Bertrand detuvo el juego y
abrió un programa.
—Habla —me ordenó.
Dije el mensaje que se
tradujo en números y se envió.
Bertrand reinició
entonces su juego.
—Bertrand —dije.
Se asustó de escuchar mi
voz. Se giró y me miró.
—¿Quién eres? —me
preguntó.
Entonces vi algo raro en
su rostro, algo más allá de nosotros.
—Tenemos que subir
—dije—, tu madre te espera para comer.
—¿Mi madre? —se
sorprendió.
Le ofrecí la mano y, ante
mi asombro, la cogió y subimos juntos. Abrí la puerta con la llave.
Atravesamos el bar en penumbra, apestoso. Salimos a la calle. Allí
seguía el viejo, sentado a una mesita, leyendo el periódico.
Las redes: replicas la
opinión de otros, añades la tuya, modificas la de otros con la
tuya, otros modifican la tuya y así nos vamos pasando la actualidad,
en acuerdo o desacuerdo, con ingenio (se intenta), con sentido del
humor (se intenta), con tolerancia (¡es la ley! Y quien no la
suscriba, ¡que se quede en la caverna y se vaya de Internet! –
Llegaron con las redes, no conocen las leyes fundacionales de los
chats, no saben de informática ni las leyes de la robótica y ¡creen
que por tener una cuenta en Twitter pueden avasallar y convertir
Internet en otra caverna!).
Las redes nos convierten
en trovadores de lo inmediato. That's the beauty of it!
Hasta que, ¡Pim pam pum!
Alguien está en contra de que cantes:
Amigos de toda la
vida me borran y ya no puedo ver lo que
replican ni lo que opinan (ponedle un partido político, lo dejo a
vuestra imaginación).
Los que me insultan
si opino sobre lo que han replicado (¡¿?!, pero no me borran) y me
amenazan con comentarme a mí. Ahí ya lo flipo. ¡Por favor, hazlo!
¡Pero si las redes están para eso!
Imagino la escena en el
bar:
-Calla, no opines sobre
lo que acabo de decir.
-Pero, oye...
-¡Que no me gusta que me
rechisten!
-Sólo cuestiono tu
fuente de información...
Al final, son el sentido
del humor, la mediación y la capacidad de discusión lo que nos acaba uniendo
(valores muy judíos, por otro lado, pero supongo que hoy no hablamos de
esto, ¿o sí? ¿Quizás siempre hablamos de esto?).
Para la comedia, creo que
aún estamos verdes, como colectivo (no imagino un Seinfeld en
España, y ¡fue ya en los pasados noventa!).
Deseo que nos guíen el
humor y la discusión – tan británicas, tan francesas, tan checas.
Estamos en pie y seguiremos en pie... Poder popular, somos millones en las calles...
[Microbio] Yo nunca he sido indepe, créeme, Me siento igual de aquí que de allí, Mi única patria es El Maresme, Mi padre es de Cádiz, mi madre de Badajoz, Y yo soy de cualquier sitio donde se escuche mi voz, Fuerte, donde mi voz cuente, Donde se me pregunte y ante la injusticia, El pueblo salga a la calle y se junte, Donde las yayas y los yayos son sagrados, Sin ir del palo, los tratas a palos y se te cruje, Un país normal, vaya no como España, Donde se zurra a la peña y luego se empuña en patraña, No se puede respirar, en el aire hay mucha caspa, En al área telarañas y en el telediario te engañan, Cuanto gañan equidistante hay en la izquierda española, Mientras los nazis al PP le hacen la ola, El heredero de Franco habla de derechos democráticos, Y no menta el diálogo, por eso nos vamos, Digo adiós con la mano y no me olvido de quién son, No vitoreo a los mossos, no votaré a Puigdemont, Pero si sois republicanos, apoyadnos wey, Que os estamos sirviendo en bandeja la cabeza del rey, Es un mensaje para el resto de regiones sometidas, ¿No estáis cansados de que Madrid decida? Más vale bueno por conocer que esta mierda conocida, ¿No estáis cansados de esta escoria genocida?
Estamos en pie y seguiremos en pie...
[Still Ill] Tenemos una historia, idioma y cultura propia, Empiezo por decir que todo eso poco importa, Y que nunca fue la cosa de nacionalismo, Desde hace 80 años la lucha es contra el fascismo, Cataluña, insurgente colonia, Agonía de un estado que nos pisa con toda la parsimonia, Así nos preguntamos en las urnas, ¿Queremos un estado con su franquismo heredado, Quizás una República sin una única respuesta válida? El pueblo es quien elige, escribe la siguiente página, Lo hacemos en las calles, no sale en las pantallas, Mientras farloperos apalizan nuestras yayas, ¿Qué tipo de gente sois si apoyáis a esa calaña? ¿Por qué tanto rencor? ¿Qué es lo que os ofrece España? Da igual qué contestéis, da igual vuestra opinión, En la cárcel de culturas sin libertad de expresión, A mí no me ha engañado Puigdemont, No es fácil caminar a la sombra del enemigo, Pero hay que tomar partido, Pues el pueblo catalán nos está dando una lección, Y no quiero ser sólo un testigo, Y es por eso que os pedimos vuestra solidaridad, Pedid información, la tele no sirve ya, La historia la hace el pueblo, mientras el mundo nos mira, Un abrazo fraterno, visca la terra lliure.
Poder popular, somos millones en las calles...
[Neidos] ¡Ey! ¿Y a ti quién te ha explicado lo que sabes del Procés? Las calles llenas ¿Aún crees que es un asunto burgués? En un conflicto de opresores que no sufres, No importa lo que opines, pues, es mucho mejor que escuches, Quebrantar la unidad, significa amar la diversidad de formas de vida, Una deriva muy atractiva, un win-win, Para poder elegir el destino y el camino a seguir, por fin, Vienen sacando pecho y se avergüenza hasta Piolín, Los mossos haciendo pasillos a la civil, Y el pueblo se lo hace a los bomberos, Por eso no tenemos miedo cuando peperos canta "A por ellos", Orgullo de vivir en un pueblo migrante y complejo, Vemos águilas en banderas y quieren que nos quedemos, Pero en eso coincidiremos, a nadie le gusta que le quiten la voz, A golpe de oz decidiremos, La agresión más aberrante en situación de maltrato, No quieres que se vaya y le pegas todo el rato, Perturbador y grotesco, ¿Cómo querer convencer a 2 millones de personas partiéndoles los huesos? Estarás conmigo si te digo que desobedecer es lo más digno, Cuando el imperio es tu enemigo, Amigo, me explico, no hay nada más bonito, Que negar la autoridad a quien te quiere sometido.
[Estribillo: Microbio] Comprarais el 1-0 con el 23-F, Tejero era un facha, nosotros la gente, Poder popular, hoy ves millones en las calles, ¿De verdad quieres pararlo con tanques? Pues vale... Estamos en pie y seguiremos en pie, Cuando vengan a jodernos los locos del PP, Poder popular, somos millones en las calles, Comprométete que este momento es clave.
"Estuvimos con LDS (Lagrimas de Sangre) durante su visita a Madrid en la que presentaron Viridarquía, su nuevo trabajo.
Estuvieron hablando con @ChechuLykaon sobre este trabajo y seguimos conociendo de manera mas personal al grupo catalán".
Las calles estaban mojadas por la niebla y quiso ser una turista más. Por unos minutos fantaseó: llegar a un hotel, tomar un cóctel, encontrar un amante.
Se adentró por el laberinto estrecho de la ciudad vieja y llamó a la puerta indicada. Un hombre con el torso desnudo la recibió. Estaba rodeado de perros.
—Disculpa —dijo—, me he quedado dormido. Tengo que sacar a los perros. Si me acompañas, de vuelta te llevo.
Había trece.
—¿Tienes trece perros? —dijo Sara, por sacar algo de conversación y normalizar.
No sabía ser parca. No estaba en su carácter. Mal (ya lo avisó un profesor a sus padres, cuando era niña. Mal. Tanta empatía, no le traería más que problemas). Y ya puestos a complicarse la vida, ahora tenía una asignación de espía.
Ella no era espía, pero tenía esta asignación. De modo que no tenía que comportarse como una espía. Todos los contactos hasta el momento, además, habían sido bastante hécticos de personalidad. Tampoco sabía si eran espías o, como ella, tenían una asignación y nada más.
El tipo se abrochaba los botones de una camisa azul turquesa y miró a su alrededor, como sin saber cuantos perros había y los contara ahora. Dijo:
—No son míos.
Le dio cinco correas con los animales correspondientes, abrió la puerta y salieron todos. Eran bestias grandes y tenían prisa.
Sonaba un tema jazz, ligero y festivo, mientras atravesaba el bar. El suelo estaba recubierto con una moqueta espesa a rayas rojas y amarillas y las butacas y sofás, de eskay rojo, estaban todas ocupadas por parejas o grupos de amigos que bebían cócteles de colores y fumaban. Se sentó en un taburete que quedaba libre en la barra y esperó.
—¿Qué será? —preguntó el barman.
—Desearía alguna sugerencia...
—Dicen que el mar puede moverse pronto. Yo tomaría algo suave. ¿Una copa de champán?
Le pareció una magnífica idea.
Observó como el barman buscaba en la nevera y más allá, por el ojo de buey, el mar de un azul compacto y las gaviotas que lo sobrevolaban. Estaban cerca de la costa, pero aún quedaban un par de horas para llegar a puerto.
Una mujer habló a su
lado. Al principio creía que hablaba por teléfono. El tren se había quedado
casi vacío al pasar por la capital, con el olor de
desodorantes activados por el calor. Su memoria añadía la
oscura fragancia del carbón que aún se agarraba a los muros del
túnel cuando los vagones tenían ventanillas que
se podían abrir. Fue entonces, al mirar por la ventana y ver su
propio reflejo que se dio cuenta de que la mujer de al lado estaba
casi encima de ella, tratando de decirle algo, algo que había caído
al suelo, la funda de sus gafas de sol. La recogió, dio las gracias
a la mujer, bajó la mochila del portaequipajes, la puso en el
asiento de enfrente y guardó las gafas. Creyó que no iba a ser
necesario volver a subirla y aprovechó que estaba de pie
para cambiar de ubicación. Apoyó la espalda en la mochila. Tenía
mucho sueño. Salieron del túnel. Vio montañas, nubes, ríos de
autopistas. Y se quedó dormida.
Sonó la alarma de cierre
de puertas y Sarah saltó al tren. ¿Quizás Adrian ya estuviera
dentro? Podría haberle pasado por delante y no reconocerlo. O podría
subirse en otra estación, más adelante... El vagón se apretaba de
gente que acudía a la manifestación contra el terrorismo y por la
paz. Las conversaciones eran bastante unánimes respecto a la
tolerancia y en contra de las dobles morales. En especial la del
estado que vendía armas a países potenciales de transferirlas a
grupos extremistas. Todo el mundo quería llegar pronto para
manifestarse antes de que lo hiciera el rey, principal sospechoso del
comercio letal. A medida que avanzaban por los campos de alcachofas y
el aeropuerto quedaba atrás, el paisaje se estrechaba y
entraban en los suburbios y, después, en los túneles.
La
congoja se apoderaba de Sarah. Se sentía mareada, desorientada. A sus ojos todo eran pandillas, grupos de amigos, que
charlaban entre ellos de cosas que ella no podía comprender. Era una desarraigada, una rechazada y el bando había sido su grupo. Pero ahora hacía tiempo, mucho tiempo, que no
encontraba con quién compartir absolutamente nada.
Sarah esperaba. El tren ya
había encendido el motor, pero aún no había cerrado las puertas.
En el andén, de pie, la mochila colgada y la vista clavada en las
barreras de entrada, sentía como le ardía el corazón, del dolor de
los últimos acontecimientos, del pánico por el futuro, de
decepción.
La información que había
recibido podía equivocarse, o haber cambiado, pero valía la pena de
todos modos haberlo intentado. Y eso que tenía mucho que perder.
Pero no había vuelto a ver a Adrian desde los tiempos en que...
Bueno, el mundo se había complicado aún más desde el milenio.
Habían creído que por saber programar iban a poder cambiarlo. ¡Qué
ingenuidad! Te atrapan lo mismo.
Ella lo había dejado
cuando empezaron a detener a los compañeros y compañeras. Tenía
una hija y un marido. Aunque Adrian, también. Y Roger. Y Beatrix.
Pero Sarah no había soportado la presión. Ahora había decodificado
los mensajes y si era cierto que Adrian estaba a punto de subir a
este tren, tenía que hacerlo con él. No esperaba nada. No deseaba
nada. No era una aventura. Era instinto. Necesitaba abrazarle.
Decirle que le quería. Acompañarle hacia un lugar seguro.
He estado leyendo sobre los casos de
pederastia en Benicarló. A la vez, corre el rumor (dicen que es
información falsa no verificable) de que las muertes de Chris
Cornell y Chester Bennington, que podrían estar en posesión de los nombres de una élite de pederastas a través de la fundación de Cornell
contra el abuso infantil, podrían no ser suicidios.
Sea como sea, lo cierto es que en el
mundo manda gente muy sádica.
Todos los baños deberían
ser públicos. ¿O acaso no son agujeros hacia los túneles de la
mierda común? Y deberían ser limpiados y revisados por técnicos
públicos. Así los bares no tendrían excusa para ofrecerlos “solo
a los clientes” y los pescadores no encontrarían en sus redes los
objetos que las depuradoras no han sabido cómo depurar.
Y multar, sí, y recaudar.
¡Necesitamos una Guardia Cívica ya! Que controle los pipies y cacas
de los perros en las zonas humanas. Que controle la gente que tira
las colillas al suelo, a la arena, por el balcón y la gente que
vacía el cenicero del coche en medio del bosque. Que ya que tanto
molesta la música de una fiesta que te mandan a la policía, vigilen
también que las obras públicas y privadas respetan los horarios y
el nivel de decibelios (que resulta que hay silenciadores para las
máquinas, oigan). Y a las fábricas, los viejos monstruos, ¡mano
dura! ¿Cómo vamos a deslomarnos reciclando a pie de la mayor
contaminadora de la comarca?
Una mujer puso a su hijo a
mear en la puerta del Liceo. Le llamé la atención. Me dijo que era
el sitio más íntimo y resguardado que había podido encontrar.
Recuerdo que cuando estaba
embarazada y tenía ganas, iba por la calle oteando quién iba a
entrar en su casa y entonces les pedía que me dejaran subir. Siempre
me dejaban.
Las familias, como los imperios, tienen sus años de gloria y esplendor. Después llega la decrepitud inexorable que más vale cortar de raíz al primer síntoma y marchar a vivir lo más lejos posible.
De lejos se te quiere y nunca se te exige nada. Es más, siempre serás una visita exótica.
A menudo, el fin llega cuando la matriarca (a quien toda la vida todas las descendientes han puesto a parir porque manda mucho y organiza la vida de todos) se muere y te das cuenta de que ya nada te obliga, que es el fin de las ataduras, que eres ¡libre! es decir, lo que siempre habías deseado, pero a la vez, qué sentimiento más raro, ¡como de haber perdido a tu tribu!
Por supuesto, si hay herencia, la cosa se complica y entramos directamente en terreno militar.
A veces es una tragedia innombrable: la primogénita, el lucero del pueblo, la alegría del mundo entero, que muere de un terrible accidente la noche de su dieciocho cumpleaños, como en una peli de Disney, pero sin atenuante de hada madrina.
Todos dicen que ha ido al cielo, pues no puede desearse mejor lugar.
Pero si supieran adónde Lucera ha ido realmente a parar...
Vaya, pues me he enterado
(¡demasiado tiempo después!) de la muerte de Paraguas en Llamas,
Jordi Mestre.
Le conocí en el
Astrolabi, ese barco de grandes músicos, poetas, escritores,
actores. En la época, yo acababa de volver a la ciudad y bajo la
insistencia de mi amiga Paula, comencé este blog, que entonces se
llamaba de otro modo.
Jordi estaba en la barra.
En aquellos días, apenas se veía nada, dentro del Astrolabi, como
apenas se veía nada en ningún lugar. Todos fumábamos mucho, lo
quisiéramos o no. Jordi estaba con la Nueva. Mi hermano, que lo
conocía, exclamó: “Mira, está con La Nueva”. Era un fenómeno
verlos, allí, en el rincón donde terminaba la barra y dos
taburetes cabían justo antes de la puerta de salida. Fue la única
vez que lo vi. O que recuerdo haberlo visto. Los años en Gracia, y
en especial en Martínez de la Rosa, son una intensa comedia de
personajes y experiencias, sin fecha, sin acotaciones.
Es el Jordi, el de Paraguas en Llamas, me dijo mi hermano, ves a hablar con él, dile que tú
tienes un blog. Me daba
vergüenza. Y además estaba con La Nueva, una rubia espectacular, más alta, más guapa y más brillante que
cualquier otra persona del bar. Pero fui, lo felicité por
lo bien que escribía y por lo divertido que era. Jordi me
preguntó si yo escribía. Alguien entró por la
puerta y los saludó. Más gente vino a saludar. Y más gente. Y así,
hasta que Jordi fue una bola de cabellos en medio del follón.
No sé si las personas
que seguíais su blog ya conocíais la noticia. Quizás
publicasteis algo que me perdí. En cualquier caso, en mi ingenuidad,
yo pensaba que Jordi no publicaba porque estaba ocupado tal vez con más progenie, además de Umbrello y Fratello.
Espero que esté en buen lugar. Mis condolencias a la familia, a los amigos, a todos y todas que lo echáis de menos.
¡El equilibrio! ¡La
solución del post-milenarismo! Encuentra el equilibrio entre tu vida
laboral y tu vida familiar (conciliación, “equilibrio” sería
demasiado genérico, aunque luego generalicemos tanto). Y luego
conserva tu afición, porque es sano, es bueno para ti, aunque ya la
metamorfoseaste, dejó de ser vocación, de las vocaciones no se
vive, pero los “hobbies” son necesarios para el equilibrio mental
(como en las pelis de los 50).
¡Y encuentra el
equilibrio de pareja! ¡Venga, va! ¡Que el día a día no apague la
pasión! Si no es posible, buscad un terapeuta. Un coaching. Y es
lógico. Siempre hubo alguien, ¿no? Un cura, un amigo, tu tía
molona, un psicólogo...
Encuentra el equilibrio
entre tus deseos y tus posibilidades. No pidas más de lo que puedes
obtener. Confórmate. Sé feliz. Si eres feliz, todo lo demás vendrá
luego.
Y si matan a otra mujer y
luego por la calle ves que un chaval insulta a una chica porque tiene
el culo gordo, o le falta una teta, o su falda es muy corta o lleva
el pelo verde y puede que sea lesbiana, dile algo, anda. Al machista,
claro. Dile que es inaceptable
El mundo es tan
sospechosamente cristiano, machista, elitista, conformista, que el punk
todavía hace falta. Sobre todo, las mujeres punk.
En el parque: hola qué
tal, qué te cuentas, pues quisiera contar, no sé, ¿Tú recuerdas
quién era Baudelaire? Pero claro, antes de poder incluso terminar el
pensamiento ya estoy recibiendo el detalle de la última proeza de
los pequeños. ¿Y qué hacer? No es el lugar de ser punk. No que
Baudelaire lo fuera. O quizás lo fuera, a su manera. Y Debbie Harry
cantó un rap antes que cualquier otra blanca, o blanco.
¡El equilibrio! ¿Cómo
ser punk y elegante a la vez? La elegancia es un requisito
indispensable a la supervivencia de la especie. Si queremos un mundo
mañana, hay que ser elegante. Hay que ser diplomático. Ya sabemos
que sin revolución no hay cambio. Pero sin... ¡Pero ¿qué digo?!
¡Qué simplista! Volvamos al origen. El amor.
¡El amor! ¡Si hay que
creer en algo es en el amor! ¿Significa eso ofrecer siempre la otra mejilla? ¿Significa rendirse? ¿Sacrificarse? ¿Barrer y zurzir hasta que un príncipe nos rescate?
Ayer íbamos con
Astronauta por la calle y se fue corriendo a la bici de una niña
grande. ¡No toques aquí! ¡No toques allá! Gritó aquella otra
madre. Astronauta la miró sin comprender. Yo tampoco comprendía.
¿Acaso podía hacerse daño con el timbre, con el freno, de una
bicicleta? Astronauta dio la vuelta y se abrazó al sillín. Qué
valiente, qué ganas tiene de poder hacer todas las cosas. ¿No
querrá montar en la bici? Dijo la otra madre. ¡Y qué sé yo! ¡Cómo
si yo supiera leer mentes! Y además, pues es una bici preciosa, ¿no querrías montar tú?
Me reprimí. Quisiera,
quise, quiero, pero la evidencia muestra que no soy punk. No quiero
enfadar. Me falta libertad. Todavía, a pesar de la experiencia y bla
bla, me preocupa demasiado lo que los demás piensen de mí.
En fin, os dejo, que igual
me da tiempo a un poco de PJ Harvey. Elegancia y
punk.
He tenido el impulso de comprar una libreta. He estado media hora examinando con la dependienta cuál sería la más adecuada, atendiendo a mis actuales circunstancias. ¡Cuántas libretas hay en el mundo y siempre: “si fuera más delgada” o “más pequeña”, “sin rallas ni cuadros”, “con la tapa un poco más blanda”. ¡Hace tanto que no tenía una libreta! Bueno, no, claro que tengo una, más bien un lugar donde anotar teléfonos y hacer las cuentas o incluir algo en la lista de la compra. Con una cría que se escapa siempre me es difícil usar el smartphone, no me acostumbro, un pedazo de papel me permite tener un ojo en lo que escribo y el otro allí lejos, donde debería haber un semáforo y un paso de peatones, pero no los hay.
La acabo de estrenar, ahora que mis padres están al cargo un rato. He escrito lo que soñé, o lo que queda de ello a estas horas. Algo angustioso, regresivo, fantasmal. Mi letra es horrible y ya no puedo escribir pequeño. Me ha entrado un calambre en la mano. Se me ha abierto el corte del dedo. Veo que no tengo las muñecas curadas aún. Y el contacto con el papel, tan seco, me ha dado dentera. Supongo que cuando escribía a mano cartas de quince páginas a doble cara mis manos, a parte de ser muy jóvenes, no se pasaban el día fregando.
Quizás cuando vuelva a intentarlo me ponga los guantes de látex.
De momento, y una vez escrito, el sueño es una soberana tontería de estas que proyecta el inconsciente de quien quiere ser valiente y es cobarde, o sea, yo. No creo que al teclado hubiera sido menos cutre que a boli.
¿Cómo iba a saber que
estabas leyendo las noticias? La mañana cambiaba de la lluvia al sol
o llovía con el sol y “les bruixes es pentinen”, que canta la “quitxalla” catalana. Yo bebía vino blanco y
estiraba las vértebras con el Sexy Sunday de Ibiza Global que sonaba
a tope en los altavoces. No necesitaba estar de viaje ni en la playa
ni grandes vistas al aire libre, con la luz rembrantdesca que
rebotaba en las plantas del balcón y la plenitud del buen sexo,
estaba de euforia. Entonces dijiste que era tu turno, que te tocaba a ti. Y supe que tenía que avisar a la policía.
-¿Viste la foto de las
primeras damas de los de la OTAN, que salía el chico gay?
-No.
-¿Cómo debe llamarse
cuando la presidenta es una mujer o el presidente es gay?
-¿Quién?
-Pues el chico que tiene
que hacer el paripé con las demás.
-Ni idea. ¿First
husband?
-No, eso sería si fuera
First wife. Mira, en wikipedia dice First gentleman.
-Pero eso no es un cargo
¿no? No como lo es First lady.
-Pues claro que sí, lo
mismo.
-Pues no se prodigan
tanto. No andan por ahí saliendo en los periódicos ni bailando en
programas con diseños exclusivos de pasarela.
-Igual no se sienten tan
obligados. O quizás el protocolo no les obliga tanto. Las mujeres
siempre tienen que tragar con todo. No se les permite decir que no.
Unos instantes de vaivén
de olas y la conversación no continua. Ha sido especial compartirla,
después del tiempo que pasé en un agujero. No es que fuera
siguiendo a ningún conejo. Ya me hubiera gustado. Incluso mejor si
hubiera rodado alguna cabeza (ficticia, metáfora, social). Pero no, solo iba caminando, pisé una
superficie inestable y ¡Bum! En todo el culo. Nada grave. Tengo un
culo muy resistente.
Las parejas de los líderes de la OTAN (Photo: AFP)
In 1939, Picasso entrusted his masterpiece to New York's Museum of Modern Art, where it stayed more than 40 years.
The painter gave the museum clear instructions - the canvas belonged to
the Spanish people and would only be given back "when they have
recovered the freedoms that were taken away from them."
Finally in 1981, the painting arrived in Spain, which was transitioning to democracy after the death of Franco.
It was first put up for show in an annex of the Prado Museum, behind
explosion- and bullet-proof glass to protect it from possible harm in a
country still struggling to deal with its very recent, dark past, wrote
Semprun. THE LOCAL ES
Cuando nos fuimos del
barrio de Gracia pagábamos 600 euros por un piso de 55 metros,
oscuro, con solo dos ventanas. Al concluir el contrato, la
propietaria decidió que subía el alquiler hasta 990 euros, lo cual
nos pareció una burrada y así lo manifestamos. Sus palabras fueron
que, aún no siendo ella una ong, nos lo ponía barato, pues los
pisos de la calle estaban ahora a más de mil, y que si decidiese
alquilar por habitaciones a estudiantes (sólo había una y media, no
sé cómo pensaba hacerlo), podía sacarse 1.200, por lo menos.
Saint Louis - Missouri
En algunos pisos, incluso,
te hacen sentir deudor, aún pagando en algunos casos precios
desorbitados (he llegado a pagar 700 euros por una habitación en el
Raval ¡y de eso hace casi veinte años!). Como si el hecho de pagar
no fuera suficiente para darme derecho a sentirme en mi casa, cuando
en la mayoría de los casos estás cubriendo con creces la hipoteca
al propietario, además de mantenerle la propiedad, casi siempre, a
tu cargo.
Bueno, y ahora, para
colmo, tenemos a Airbnb. Quizás sea todo otra conspiración más
para sacar a la gente de las ciudades y romper los tejidos sociales:
¡esos rebeldes! ¡esos manifestantes!
He estado en ciudades
fantasma. Estados Unidos está lleno de ciudades fantasma. Caminas
por sus enormes avenidas con la sensación de haber llegado después
de algún tipo de catástrofe. No hay negocios, no hay comercio, no
hay niños ni escuelas ni perros ni gatos ni abuelos ni abuelas ni la
gente toca la guitarra al amparo de alguna sombra. Las visitas porque
ahí algo que ver. Siempre tienen alguna calle de espíritu bohemio
donde los turistas nos aglomeramos a tomar y comer.
Nos vamos. ¡Tanto ha pasado aquí, en
ocho años! Toda esta vida. Es la primera vez que me voy porque me
echan. Las otras dieciséis fue porque quise. Se vive bastante
distinto. Y aunque, cuando se alquila, ya se sabe que no es para
siempre, llegamos a pensar que casi, pues así nos lo aseguró el
propietario. Pero la vida cambia, dice. Y sabemos que Brasil ya no es
un lugar seguro. Así es como afecta lo internacional a nuestra
pequeña familia. Nada trágico, por supuesto. Una melancolía que se
apagará. Seguimos teniendo suerte. No somos refugiados huyendo de
las violaciones, el hambre, la tortura y la guerra.
Llego al mostrador y suena algo familiar.
-¿Esto es Alaska? - le pregunto a la frutera, una chavala muy rumbosa de Santa Coloma, que más tarde sabré que tiene casi cuarenta, aunque aparenta no más de veinticinco.
-Fangoria – me aclara-. Es guapísima, esta canción.
-Al principio me ha sonado a otra cosa – digo- creo que se han pillado el loop de alguien. ¿Es nueva?
-Ya lleva un tiempo, pero sí, es de ahora. Me encanta. Siempre me ha gustado. Alaska. Y mira que cuando la Bola de Cristal yo era muy niña. Era los sábados. No iba al cole.
Me hace la cuenta y una señora en la cola dice:
-La Bola de Cristal, eso sí que era tele, y no lo que les enchufan a los viejos en la residencia. Que entre las pastillas y la tele, los matan antes de tiempo. Cada vez que voy a ver a mi tía, me pongo enferma.
-Si es que mira que podrían hacer cosas interesantes para la gente mayor -dice la frutera-. Actividades. No sé, baile, por ejemplo. Es que yo creo que todos tendríamos que hacer baile.
La frutera lo hace todo bailando. Es una mujer que me encantaría conocer más.
-No sé si habréis visto la peli esta con la Barbra Streisand -digo-, una comedia, con Robert de Niro y Dustin Hoffman. Ella es una instructora sexual para la gente mayor.
-Sí, sí -dice la señora- es buenísima.
-Ay, me reí mucho -dice la frutera-. Es de esos personajes que te hacen pensar si es que allí se toman las cosas de otro modo o qué.
-Allí se toman las cosas de otro modo, sí -digo yo-. Es porque hay mucha mezcla. Han aprendido a reírse.
-Ay, mi niña, eso nos hace falta aquí -dice la frutera.
-A veces todo es un poco aburrido -dice la señora.
Alguien carraspea y nos damos cuenta de que hemos atascado una cola de siete personas. La frutera me da por fin el cambio que retenía en su mano.
-Un placer, ciao – me despido.
Me hubiera ido de copas con estas dos, más que nada porque a pesar de ser la excusa, creo que a ninguna de las tres nos gusta demasiado Alaska. Y ahora ya sé el loop: "I need a Hero". Aderezado con la intensidad y efectos de "Common People".
No sé si dejar de comprar en las tiendas que ponen las cajas de golosinas accesibles y totalmente abiertas o demandarles. Ninguna de las opciones me parece razonable, pues me quedo sin donde comprar comida. Las reclamaciones oficiales no funcionan. ¿Es un complot? ¿Reciben incluso los pequeños comercios sobornos de las empresas azucareras para que nuestros hijos se vuelvan adictos, ya a sus tiernos ochenta centímetros? Porque además, ni siquiera pago por ellas. Mandi se sirve y del mostrador nos llega un: “deja, deja, invita la casa”. Me pregunto cuantos igual que Mandi meten la mano ahí dentro.
Y, para colmo, por más que yo insisto en llamarlas golosinas, desde el mostrador se insiste en una terrible cantinela, algo así como: “ay las chuches, ay las chuches, que se vuelven locos con las chuches”. Con lo que, lingüísticamente, se equipara a bazofia algo que podría ser hermoso, un momento sublime del día (a pesar de que lo único de color en el establecimiento sean esas golosinas y lo demás tenga pinta de almacén checoslovaco de los ochenta).
/¡No las llames chuches, berzotas, que Mandi aprende palabras feas! ¡Y sácalas de aquí ya, que te lo digo cada día!/
Creí que ser madre me dulcificaría con el mundo. No sé por qué creía tal tontería.
"Stay open to counter-intuitive, out-of-the-box interpretations. Too few
of us did last year. Be ready to make hard choices when unexpected new
options open up quickly. We all may be faced with them soon. Brace for
the big changes to come. They’re coming."
Founder
& CEO of Reinvent, a media company; Tech & Future Trends
Speaker; Author 2 Books; former Wired ME, journalist, politico.
Reinvent.net & PeterLeyden.com
No digo que no tengan que sacarse los trapos sucios de dictadores, reyes injertados por dictadores o presidentes que no fueron tan cool como se vendieron; fijaros que trapos sucios son los ligues que tuvieron, algo tan inocente (y vejatorio para las mujeres, como siempre), comparado con las muertes o torturas que firmaron, ordenaron o permitieron.
Que no podamos condenar el pasado es sin duda una mordaza, y condenar a tuiteros (aunque, "mare meva! Verge santa! Els pits de la Samantha!" ¿Dónde quedó la poesía?) por chorradas, ES TOTALITARIO. Por muy chorras que pueda parecer un concepto tan viejo, tan entrados en cómo vamos a mantener a la especie (y toda la inteligencia, ciencia, belleza en ella), ante el derrumbre que tantos intentan disfrazar.
Totalitarismo, damas y caballeros.
Y fascismo. Sí, digamos a las cosas por su nombre. Fascistas son los que no permiten votar, o trampean los votos, o los domestican. O los que no permiten la libre expresión. Tal cual. Lo siento por Bimba los y los comentarios desafortunados, como tantos otros comentarios desafortunados. ¿Pero acaso alguien me indemniza por el mal gusto absoluto y constante que tengo que soportar en los medios de comunicación, en el arte, en el bar?
The race is long.
Ahora que los comentarios son globales ¿Dónde ponemos la frontera? ¿Quién la decide?
El fascismo es la antítesis de la democracia, aunque parece que hay una muy evidente campaña en contra de la democracia. En plan, ey, ¿no has visto que parece que una gran parte de la población mundial ya no cree en la democracia? Y saben aquel que diu, "fue ella quien los provocó, ¡A los cinco!".
Give me a break!
Que estemos siempre posteando selfies idiotas en las redes no significa que no tengamos una idea de futuro.