Thursday, August 30, 2007

Giving up

Fui dos. Me escondía en un edificio (la policía me buscaba) mientras en la calle intentaba proteger mi refugio convenciendo (en especias) a un agente de que el piso estaba vacío.

Mañana gris, humedad empozada. Viento.

Del cigarrillo de Lorca emana la siguiente historia: un profesional de la música, tras veinte años de dedicación, tira la toalla, decepcionado, enfadado, sin haber sido capaz de vivir de ello.

Me pregunto con qué se ilusionará a partir de ahora, si abandona el arte.

Cuando eres un trabajador, sabes que van a venir a robar tu dinero.

Quienes trabajamos pero quisiéramos no trabajar (trabajo=vender nuestro tiempo por algo que no nos importa demasiado a cambio de un salario bajo que no llega a final de mes y nos obliga a endeudarnos, sin casa propia, sin pensión futura *esclavitud ¿quizás?/hay quien se cree clase media*), asumimos que no somos genios y que por tanto no podemos vivir de nuestro arte, o por lo menos, no completamente. Pero somos prisioneros de ciertas comodidades y vicios, así que aceptamos la transacción, cuando podríamos tirarnos al viento y ver qué pasa.

En ese equilibrio flojo pasamos días de éxtasis y días miserables.

Pretender triunfar es peligroso, como lo es toda vanidad. Ya se sabe, sin embargo, que en ocasiones quien la sigue la consigue. Y que en tiempos de agobio es esa vanidad la que nos rescata del pozo.

Marga dijo: “quisiera dejarlo todo, empezar otra vida, pero ¿qué? Tengo cuarenta años, dos niños. No quiero cambiar de trabajo para hacer lo mismo y cobrar menos. Y no sé hacer ninguna manualidad, no sé escribir, no sé cantar…”

Envidio a Merlí porque toda su pretensión en la vida es ser él mismo, que le dejen ser quien quiere ser, sin obligaciones, sin presiones. Y todavía es más admirable su empresa porque cree ser capaz de lograrlo aquí, en la ciudad de los frustrados, la ciudad, también, de las nuevas ilusiones cuyo tiempo de morir aún no ha llegado. La ciudad donde sus seres queridos le aleccionamos sobre las decisiones que debería tomar. Yo en su lugar hace tiempo que me hubiera ido lejos. Pero qué puedo saber yo, que sólo soy una cobarde más.

Me cuesta comprender el mundo y me indigno a menudo: indignación vana que aburre a mis amigos, exhaustos de intentar vivir la vida con alegría, en el viejo continente de los odios, las mentiras, las envidias. El continente en el que, para protegernos, en lugar de abrirnos (al extranjero, a la crítica, a la posibilidad), nos encerramos (con nuestro orgullo, nuestras nostalgias, nuestros egocéntricos sueños de grandeza). El continente que huele a muerte, a melancolía, a mezquindad.

Pero no me quejo de mi vida. ¿Cómo podría? Mi vida es todo cuanto tengo. Mataría por ella. Hay gente que detesta su vida y no hace nada para cambiarla, que se arrastra por el mundo chupando del optimismo de los demás.

Luego un día estás jugando un partido de fútbol, te colapsas congénitamente y a tomar por el culo. ¡Ta-rá!

Y si naciste en ciudades basura o en la jungla, ya ni siquiera tienes la oportunidad.

¿Quién tira la toalla del arte, de la amistad, de la humanidad? No todo es cuestión de fe. Ni de suerte. Cálculo de posibilidades para un mundo atómico y autómata. Habrá que ser racional, quizás, y no perder la serenidad.

Wednesday, August 29, 2007

Una de gángsteres (V y último)

Ya en el crucero, las chicas paseaban por cubierta. Su única misión, por el momento, era estar a la vista de Sonic, por si las necesitaba. Sólo sabían que las habían contratado en una compañía de teatro en Missouri y que se encontraban en camino. Sonic jamás les daba detalle alguno, sólo lo que debían saber que era exactamente lo que si les preguntaban debían decir. Al cabo de unas horas, la fatiga hizo mella en Carol y anunció que se iba al camarote a echarse una siesta.

—No puedes —dijo María.

—¿Por qué no? Me caigo de sueño.

—No podemos desobedecer a Sonic.

—Me parece que no me pasará nada por desaparecer un par de horas. Ni siquiera se dará cuenta.

—Sonic se da cuenta de todo —dijo Sheena.

—Me da igual, no le debo nada, no soy su esclava.

—Si le traicionas, te matará —informó Elena.

En ese momento Sonic hizo un gesto reclamándolas a su lado. Todas las chicas acudieron a la llamada excepto Carol, que tranquilamente se fue a echar una siesta al camarote.

Cuando las chicas tuvieron por fin permiso de retirarse a descansar se dirigieron al camarote. A Carol le resbalaba un elegante hilillo de sangre de la sien. Su cuerpo aún estaba caliente.

Tuesday, August 28, 2007

Una de gángsteres (IV)

Sonic llegó poco después.

—Intentad explicárselo a Sheena, yo ya no puedo con ella.

Sonic, dejando atrás a una frágil adolescente de dorados cabellos y oscura piel, se dirigió a un gran espejo ovalado, con ribetes de bronce y destellos esmeralda. Se observó largo rato, se desnudó y comenzó a escoger elementos para su transformación. Mientras, María y Elena se sentaban a la mesa con Sheena y le servían un poco de té. Sheena lloraba.

—No es nada personal —dijo María.

—No puede amarte —añadió Elena.

—No puede amar ni a mujeres ni a hombres —clarificó María.

—Es bueno con nosotras, pero sólo puede amarse a él —continuó Elena.

—Es un hermafrodita sin sexo —apuntó María— ¿Sabes lo que eso significa?

Nada parecía mitigar el llanto de Sheena, pero tomó la taza de té en sus manos. Fue entonces que se dio cuenta de la presencia de Carol y la fulminó con la mirada.

—No voy a quitártelo —dijo Carol como defensa —, a mí no me gustan los hermafroditas sin sexo.

A Sonic, que ya se había alojado dentro de un largo vestido de terciopelo azul y se probaba pelucas en su cabeza afeitada, el comentario le pareció de lo más gracioso y estalló en carcajadas sonoras y melódicas.

Las chicas también rieron, excepto Sheena, claro, que odiaba aún más si podía a Carol.

Cuando estuvieron todas ataviadas y listas para salir, Sonic informó:

—Nos vamos en barco.

Monday, August 27, 2007

Una de gángsteres (III)

Despertó en una cama con la certeza de que todo había sido una pesadilla. Lo primero que vio fue un telón. Luego otras camas. Grandes armarios por cuyas puertas abiertas asomaban trajes de teatro, con plumas, lentejuelas, colores brillantes. Por doquier había complementos extravagantes, grandes sombreros, zapatos de tacón, piernas de maniquí que vestían medias de distintos modelos, soportes de pelucas, rubias, pelirrojas, morenos largos…

En un rincón, sentadas alrededor de una pequeña mesa redonda, conversaban dos muchachas en camisón. Una de ellas, la más alta y delgada, se dio cuenta de su presencia y se levantó. Se acercó a ella con un tazón de chocolate caliente.

—Ten, bebe… Sonic dice que estás en shock, por lo que has visto.

—Pero pronto te acostumbrarás —dijo la más pequeña, acercándose.

Se sentaron en la cama, una a cada lado.

—Yo soy María —dijo la más alta—, bienvenida.

—Yo soy Elena —dijo la más pequeña.

Ambas eran hermosas, aunque había algo artificial en ellas, algo de muñecas.

Carol aceptó el chocolate y tras un par de sorbos, preguntó:

—¿Dónde estoy?

—En casa de Sonic —respondió María—; no debes tenerle miedo, es bueno con nosotras, es divertido. A veces nos encomienda misiones un poco desagradables…

—Pero nunca tenemos que acostarnos con los hombres —continuó Elena—, Sonic nos protege como a sus concubinas.

—¿Tenemos que acostarnos con él? —preguntó Carol.

Las chicas rompieron a reír. Carol no comprendía.

—Es que —explicó por fin María—, Sonic no tiene sexo, de ningún tipo. No puede sentir deseo sexual. No es un secreto, todo el mundo lo sabe. Lo que sí es un secreto es este lugar, y no debes hablar nunca de ello a nadie. Eso sí te puede costar la vida. Este es el templo de Sonic, le gusta venir a disfrazarse.

El teléfono sonó y Elena lo buscó entre montones de telas y accesorios. Cuando por fin lo encontró, contestó. Al terminar, informó:

—Tenemos una misión.

Saturday, August 25, 2007

Una de gángsteres (II)

Los hombres elegantes inspeccionaron el lugar. Intentaban no pisar a los muertos, pero los cuerpos aparecían de entre las sombras y de vez en cuando se escuchaba el frondoso sonido de una huella sobre carne humana, seguido de un “lo siento”.

—Sonic —se oyó a lo lejos —, por aquí no hay nada tampoco.

—Maldita sea —Carol escuchó la imprecación muy cerca de su piel y su respiración dio un respingo involuntario.

—Luz aquí —se escuchó y pronto un halo amarillo y fuerte la cegó.

—Quita esa luz de su cara, es sólo una muchacha —dijo la voz modulada.

Carol temblaba.

—Ahora, hazme caso —continuó la voz—, tenemos que salir de aquí, no es seguro, confía en mí.

Carol se dejó guiar por una mano firme y delicada. Llevaba días sin dormir, había comido unos restos de lata de atún en algún momento, sólo la adrenalina la mantenía en pie y en el lugar de la mente donde la esperanza nunca muere, soñaba con una cama y una sopa caliente.

Friday, August 24, 2007

Una de gángsteres (I)

Un hombre corría por su vida en el centro de un tiroteo. La noche era roja, las calles estaban rotas. Cuatro hombres lo alcanzaban y a golpes lo tumbaban al suelo. Le ponían una soga en el cuello y lo arrastraban en círculos. De vez en cuando se detenían y con navajas le inflingían alguna herida. Asustada, Carol observaba la escena resguardada en la fina sombra de un portal. Sentía rabia y ganas de vomitar. Los hombres se reían de la víctima. La víctima caía en estados de inconsciencia, ya había dejado de gritar. Hombres elegantemente vestidos aparecieron en escena y de un tiro limpio cada uno se cargó a un torturador. El más alto y guapo, el que con voz modulada daba órdenes, se arrodilló junto al herido. “No se puede hacer nada por él”, dijo. Le deshizo la soga del cuello y con un movimiento preciso y rápido, le cortó la yugular.

Wednesday, August 22, 2007

Stella Blue entrevista a Gina Lis

Llego a la cabaña una primera mañana de otoño y el paisaje es aún verde. Gina Lis me abre la compuerta a su reino, desnuda. Su cuerpo se mantiene firme y su naturaleza pelirroja no presenta síntomas de mutación. En sus ojos verdes han crecido mariposas amarillas, rojas, o quizás siempre estuvieron allí. Me indica el camino hacia el porche trasero y nos sentamos junto a una pequeña torna donde moldea una vasija.

—Cuando quieras —me invita.

—Bien… Empezaremos con algo de rutina, para calentar.

—¿No vas a grabar?

—No.

—¿No vas a tomar nota?

—No.

—¿Y cómo vas a recordar luego?

—Da igual… Luego escribo lo que quiero.

Parece estar de acuerdo, de modo que comienzo:

SB: Hace ya diez años que te retiraste de la escena. ¿Echas de menos aquellos tiempos?

GL: Echo de menos los fines de semana con la banda, que la música sonara desde el primer café de la mañana.

SB: ¿Quién escogió el nombre “Los solipsistas”?

GL: La polla de Sam, por supuesto.

SB: ¿Todavía estás en contacto con Chardo, Carol y Sam?

GL: Con Chardo bastante, se viene de vez en cuando a pasar unos días, a desintoxicarse de la ciudad, de la familia y de la productora, que le estresa bastante. No sé nada de Carol desde que el año pasado se rompió una pierna y la fui a ver al hospital. A Sam no puedo ni llamarle, su mujer no nos deja.

SB: Algunas cosas no cambian…

GL: Yo sí. Ahora no me afecta tanto, estoy más tranquila con mi don/defecto desde que vivo aislada y me han salido algunas arrugas en la cara.

SB: ¿Algún arrepentimiento?

GL: Haberme pasado la vida pensando que la gente me odiaba y no hacer nada para cambiarlo. Si desde el principio hubiera escogido otra estrategia que la de la defensa a través del desprecio, quizás mi vida sería hoy distinta. Pero no me quejo… Prefiero pasar las mañanas desnuda con las manos en el barro que siendo la criada encubierta —hoy en día las mujeres dan las más variadas excusas— de un hombre que al fin y al cabo sólo me quiere para el sexo.

SB: ¿Fue así con Sam?

GL: Lo nuestro nunca fue sexual. ¿Fue así con Chardo?

SB: Nunca tuvimos mucho tiempo para el sexo, siempre de fiesta, siempre de gira, siempre drogados… Yo no estaba de muy buen humor cuando por fin nos quedábamos a solas.

GL: O sea, que sí, que sólo te quería para el sexo pero además no te satisfacía.

SB: Las preguntas las hago yo.

GL: No me sorprende de Chardo, aunque soy la menos indicada para decir nada, creo que es el único amigo que tengo en estos momentos.

SB: ¿Qué pasó entre Sam y tú?

GL: Me llevó de viaje con su familia a una isla, al cumpleaños de su abuela, a ver la tumba del abuelo, una historia rara, la verdad. Hubo un asesinato… Vi quién fue. Después de eso no quise saber más de Sam, fuera del local de ensayo.

SB: Debió ser duro, era tu mejor amigo.

GL: Bueno… Todo amor se acaba olvidando…

SB: Dices que viste quién asesinó, sin embargo, aquel caso se cerró sin solución…

GL: Veo que no has leído mi novela.

SB: Sí la leí, pero eso es ficción.

GL: Tan ficción como una investigación policial.

SB: No creo en el solipsismo.

GL: Tampoco yo.

Gina Lis se levanta, se limpia las manos en las caderas, alcanza el paquete de cigarrillos y me invita a uno. Se lo agradezco pero rechazo. Ella se enciende uno, me mira por última vez y se va, descalza y ligera, hacia los árboles.

Sunday, August 19, 2007

Dean

No sé porqué nunca me encontré con tus palabras. A veces los poetas aparecen como cartas en un cofre, después de varias vidas. En la tormenta, en el desván, todo cobra significado. Me he tumbado sobre la madera que huele a humedad y a vino viejo, aunque nunca hubo vino. Una vela amenaza con apagarse pero me resguarda del ruido y puedo así escuchar a la lluvia. Cuando dices, cuando sientes. Descubro un nuevo libro. Uno de esos que viven siempre dentro. ¡Qué más puedo decir? Me siento humilde hoy después de haber sido una fiera cabreada durante… Al escucharte en el eco de las presencias que somos, soy y tengo ganas de llorar. El hada madrina me dice, “no llores más, estoy harta de verte llorar, te hace parecer histérica, luego nadie te toma en serio”. “Hada, me duele, me duelo”. Es fácil para las hadas, comparten nuestra humanidad, pero no son humanas. Voy con retraso a la iglesia del relámpago. Ya sé que todo no se puede ser. Un saltamontes se comió las membranas en mis manos y al salir a la calle, el agua resbala. Perú, China, Jamaica.

Friday, August 17, 2007

¡Juventud! ¿Divino tesoro?

(a Rubén Darío, claro, por ser cursi, como yo)

Un mar de plástico roto, romántico a más no poder. Si se escribe en público, hay que recordar. En las conversaciones todos nos aburrimos, con la repetición. El ego, a veces es más importante que la persona, aunque ser persona tampoco sea gran cosa. Seas buena, seas mala. La matización es tan pequeña. Nos vamos todos, a la mierda. A veces, a veces…

Estoy tentada al silencio infinito. Estoy atemorizada, por el silencio infinito. Esperar, a ver qué pasa. Pero soy impaciente. Por no esperar a un autobús, camino. Leguas de silencio. Esperado. Aquí, donde vivo, la respiración viene con jadeos; el alcohol, con justificaciones del ego. Que sepáis: sólo me juzgo a mí misma. Lo siento, si al decirlo, duelo.

El perro negro pasea por el plástico roto. Incorrupto. Y qué fácil que es pasar de todo. ¿Tu nombre? ¡Qué importa! ¿Acaso vas a llamarme? Ah… Si sólo pudieras ladrar… Me.

Thursday, August 16, 2007

Asunción

S.B. es superficial cuando sale de fiesta y es capaz de decir las barbaridades más bestias. Luego se queda tan tranquila, porque al día siguiente no recuerda. Le contaron que una vez echó una bronca colosal. “Eso es robar”, sentenció. También que se desnudó en una calle concurrida y que se dejó tomar fotos. “Antes eras más accesible”, le contó a un alma con quien una vez dejó una conversación inacabada. “Yo soy el mismo”, contestó el músico. Las luces temblaron en la piel de la noche. El pulso de la repetición apenas se percibía. Un amigo le pidió hablar a solas, el domingo. La orquestra exigía de la audiencia complicidades de años. Nadie protestó. S.B. quería bailar, desentumecer el dolor. Las calles fueron una vez torrentes. Con gracia, hacia el mar, rodó el amor.


Sunday, August 12, 2007

Opulencia

En la playa dos parias del mundo se sientan en la arena caliente a observar la dirección de la policía. Su alijo de refrescos lo esconden unas señoras del pueblo que, con generosidad, se ofrecen cada mañana a cubrirles las espaldas. Comentan: “ayer amenazaron, ya hemos pasado la frontera del aviso”.

Por su lado pasan dos gays de la mano cuyos músculos reventarán la piel de un momento a otro. “There is a lot of French people in this town, you see?”

“And Americans too”. Pienso yo.

Mientras invertimos recursos en extender unas playas sucias que cada año pierden kilómetros al mar, donde la gente se tumba a hacer nada hasta la hora del gran dispendio, y mientras gastamos tiempo y dinero en obtener los materiales preciosos y extraños que acelerarán nuestra propia extinción, la gente muere de hambre, muere en su violenta lucha por conseguir comida y muere en las guerras.

Estos días de verano he caído en la tentación de seguir con asiduidad los artículos del Diario del Aire, ya que no veo la tele ni compro periódicos. Decidí hace un tiempo no saber nada del mundo y escribir una comedia superficial que me iba a curar de mi pena, de mi culpa, de mi dolor de mandíbula. Pero como al Diario lo tengo linkado, está bien escrito y sólo tengo que darle a un botón...

Recuerdo que cuando vivía en EEUU la frase recurrente de mis amigos era: “claro, para ti es fácil, como tienes papeles…”. Ellos tuvieron que conformarse con ser explotados hasta que los deportaron (exprime cuanto puedas y luego deshazte de la cáscara), yo pude elegir ser esclava de más nivel.

La opulencia nos aísla al egoísmo. Incluso a los que nos mantenemos austeros. Hay gente que se mantiene al límite de la pobreza, porque así no tiene que hacer el sacrificio de dar. Hay gente, por el contrario, que es capaz de dar a los desconocidos necesitados pero es incapaz de ser generosa con la gente que tiene al lado. Luego, claro, están los que más tienen. Hubo un tiempo en que la burguesía tuvo el poder de vetar. Y hubo un tiempo en que la burguesía fue progresista, solidaria, revolucionaria, artística. La globalización con sus multinacionales ha sustituido a la burguesía por tecnócratas que viven en una opulencia obscena, que asumen órdenes sin rechistar. Y como si también nosotros viviéramos en esa opulencia (no, pero aspiramos a ella —no nos engañemos, el inmigrante también—), ejército, policía, profesores (peligrosamente en Estados Unidos, el país de la libertad de expresión), periodistas, científicos, filósofos, artistas y obreros, observamos la barbaridad de cuanto está ocurriendo y acatamos las órdenes quietos, quietos, sin rechistar.

En un sueño alguien me preguntó: “¿no crees que es egoísta por tu parte, pasar tantas horas a solas frente a una pantalla en blanco, esperando que lluevan las palabras?”. Respondí: “no más egoísta que los que se rinden frente al televisor y esperan y esperan a que la próxima oferta sea mejor”.

Me refugio en el amor, la amistad y el arte y me convenzo de que no tengo nada que ver. Si el mundo arde… No será mi contribución. Aún así, queda el recuerdo de una revolución que no se hizo. Las dos torres nos dieron cancha, la policía nos acalló brutalmente. No podemos permitirnos sufrir tanto, porque lo tenemos todo (¡¡¿?!!). Los ideales, sin hambre, no sirven para nada.

¿Es suficiente con dar dinero a una ONG?

Thursday, August 09, 2007

Batalla canina

Un gos blanc rabiós corria cap a nosaltres. Hi havia una nena petita, no era meva, però estava al meu càrrec. M’hi posava davant per protegir-la. El gos em mossegava. Venia un altre gos a barallar-se amb el primer i mentre nosaltres escapàvem. El gos blanc rabiós matava l’altre.

“Saps què vol dir quan un gos blanc rabiós et mossega?” “Diuen que si és negre és presagi de discussions”. “I si és blanc?”. “No ho sé”. “I si ve un altre gos i es baralla amb el primer?” “Per què somnies aquestes coses?”. “Tant debò ho sabés”.

Wednesday, August 08, 2007

Indie

Esperits encaputxats tremolen de fred, grisos, taciturns, humits. Alguns s’inflen d’aigua sobre els pins, altres esperen als cims, com voltors famolencs. N’hi ha que han trobat les escletxes en edificis i muntanyes i allà hi floten, empresonats de vents i concavitats.

Hi va haver un dia que un paisatge així em retornà les forces, la confiança en mi. També ajudaren Trail of Dead (abreviació del més espectacular nom: And You Will Know us by the Trail of Dead), amb l’album World’s Apart, en un temps en què vaig perdre nord, seny, esperança; lluny de tot i sola.

Ahir van tocar a Barcelona, a la 2 de l’Apolo. Alta energia, distorsió, melodia, la desorganització pròpia de qui afina diferent per a cada tema i molt bon humor. L’ambient indie et permet estar a primera fila. La gent et deixa espai, ningú t’empeny, ningú té desfici de ser el primer en res ni de tocar la mà de ningú. És més com un grapat d’amics en el concert d'un altre grapat d’amics. Els ToD No van trencar res, però, tot i la fama. Will you smile again? El punt i apart.

Friday, August 03, 2007

Big Sur


A Merlí

Es mi voluntad vivir cada día como un regalo y con alegría. A tal propósito he conseguido armas, algunas con esfuerzo, otras, regalos de duendes.

Antes de mi estación, el tren se vacía. En las escaleras hacia la rutina se amontonan hileras de personas, incluso en agosto. La imagen me atrae y me repugna. Para poder vivir en paz cierro mi alma a las atrocidades humanas y a la vulgaridad social y cultural. Cierta superficialidad que nace de un deseo genuino de comedia me ayuda contra la tragedia que supone el sinsentido. Si eructo en vuestra cara y luego río con complacencia, es profundidad y redención, no falta de educación. Hay grandes distancias por salvar, pero la más difícil es vivir con la propia consciencia.

Miro a los árboles y sigo leyendo:

“[…] Un hombre de talento tiene que ganarse la vida a ratos o hacer su trabajo creativo a ratos. ¡Difícil elección!

Si tiene la suerte de encontrar un rincón ideal, o una comunidad ideal, no implica que su trabajo artístico recibirá el estímulo que tanto necesita. Al contrario, probablemente se dará cuenta de que nadie está interesado en lo que hace. Por lo general, se le verá como diferente o extraño. Y lo será, por supuesto, ya que lo que le motiva es ese misterioso elemento X sin el cual sus congéneres pueden vivir perfectamente. Seguramente, para sus vecinos, comerá, hablará y se vestirá de una manera excéntrica, que en sí ya es suficiente para desterrarlo al ridículo, el desprecio y el aislamiento. Si toma un trabajo humilde y demuestra que es tan bueno como cualquiera, la situación se puede de algún modo aliviar, pero no durante mucho tiempo. Probar que es tan bueno como los demás significa poco, por no decir nada, para un artista. Fue su otredad lo que le hizo artista y, si le dieran la oportunidad, intentaría convertir en artistas a los demás. Más tarde o más temprano, de un modo o de otro, está destinado a fastidiar a sus congéneres. Contrariamente al tipo habitual, se deshará de todo y se echará al viento en cuanto le apriete la urgencia. Es más, si es un artista de verdad, se sentirá obligado a hacer sacrificios que la gente normal considerará absurdos e innecesarios. Al seguir la luz interior, será inevitable que escoja como compañera de camino a la pobreza. Y si tiene dentro la semilla de un gran artista, tal vez llegue a renunciar a todo, incluido su arte. Esto, a ojos del ciudadano medio, especialmente del buen ciudadano, es absurdo e impensable. Así sucede a veces que, ante la incapacidad de reconocer el genio en un hombre, un miembro más legítimo, más respetado de la sociedad, puede llegar a decir: “Cuidado con ese tipo, no es de fiar”.

De Henry Miller, “Big Sur and the Oranges of Hieronymus Bosch”, edición en inglés, New Directions Books, 1957; fragmento traducido poco profesionalmente por mí.