Saturday, August 25, 2007

Una de gángsteres (II)

Los hombres elegantes inspeccionaron el lugar. Intentaban no pisar a los muertos, pero los cuerpos aparecían de entre las sombras y de vez en cuando se escuchaba el frondoso sonido de una huella sobre carne humana, seguido de un “lo siento”.

—Sonic —se oyó a lo lejos —, por aquí no hay nada tampoco.

—Maldita sea —Carol escuchó la imprecación muy cerca de su piel y su respiración dio un respingo involuntario.

—Luz aquí —se escuchó y pronto un halo amarillo y fuerte la cegó.

—Quita esa luz de su cara, es sólo una muchacha —dijo la voz modulada.

Carol temblaba.

—Ahora, hazme caso —continuó la voz—, tenemos que salir de aquí, no es seguro, confía en mí.

Carol se dejó guiar por una mano firme y delicada. Llevaba días sin dormir, había comido unos restos de lata de atún en algún momento, sólo la adrenalina la mantenía en pie y en el lugar de la mente donde la esperanza nunca muere, soñaba con una cama y una sopa caliente.

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