—No puedes —dijo María.
—¿Por qué no? Me caigo de sueño.
—No podemos desobedecer a Sonic.
—Me parece que no me pasará nada por desaparecer un par de horas. Ni siquiera se dará cuenta.
—Sonic se da cuenta de todo —dijo Sheena.
—Me da igual, no le debo nada, no soy su esclava.
—Si le traicionas, te matará —informó Elena.
En ese momento Sonic hizo un gesto reclamándolas a su lado. Todas las chicas acudieron a la llamada excepto Carol, que tranquilamente se fue a echar una siesta al camarote.
Cuando las chicas tuvieron por fin permiso de retirarse a descansar se dirigieron al camarote. A Carol le resbalaba un elegante hilillo de sangre de la sien. Su cuerpo aún estaba caliente.
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