Friday, August 24, 2007

Una de gángsteres (I)

Un hombre corría por su vida en el centro de un tiroteo. La noche era roja, las calles estaban rotas. Cuatro hombres lo alcanzaban y a golpes lo tumbaban al suelo. Le ponían una soga en el cuello y lo arrastraban en círculos. De vez en cuando se detenían y con navajas le inflingían alguna herida. Asustada, Carol observaba la escena resguardada en la fina sombra de un portal. Sentía rabia y ganas de vomitar. Los hombres se reían de la víctima. La víctima caía en estados de inconsciencia, ya había dejado de gritar. Hombres elegantemente vestidos aparecieron en escena y de un tiro limpio cada uno se cargó a un torturador. El más alto y guapo, el que con voz modulada daba órdenes, se arrodilló junto al herido. “No se puede hacer nada por él”, dijo. Le deshizo la soga del cuello y con un movimiento preciso y rápido, le cortó la yugular.

2 comments:

  1. Anonymous12:17 PM

    Los hombres elegantemente vestidos acostumbran a lquidar a sus adversarios de manera técnica. A sus víctimas sin miramientos. Pep

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  2. Ya ves, así es como acabó ;-P

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