El cliente siempre tiene razón

En este país los ciudadanos salimos a comprar porque sí. No porque necesitemos, sino porque sí, por renovar, porque lo que tenemos es viejo, porque queremos ir a la moda, porque encontramos una oferta, como antídoto a un día triste, porque es el cumpleaños de alguien, porque nos lo merecemos. Escuchaba hace un momento “Cosas que pasan” en Radio Contrabanda, donde comentaban que se nos maltrata como consumidores, y se me han ocurrido unas cuantas razones que no derivan estrictamente de los negocios o de la conspiración mundial para convertirnos en ovejas que al final de sus días no sabrán hacer otra cosa que comprar. La responsabilidad empieza en nosotros: ¿Realmente necesitamos los bienes que adquirimos? La responsabilidad termina en el gobierno: ¿Realmente tenemos leyes que nos protejan y -aún más importante-, podemos elegir nuestros servicios?

Mucho se ha hablado de la libre competencia, a favor y en contra. ¡Capitalismo salvaje! ¡Neocapitalismo! ¡Liberalizar es esclavizarnos! ¡Liberalizar es la garantía del mejor producto al mejor precio!

El cliente siempre tiene razón. Pero tenemos (y me incluyo) una tendencia en este país a transigir al menor inconveniente. Con esta actitud sólo perpetuamos la esclavitud a unos negocios que, no olvidemos, viven de nosotros.

En otras sociedades siempre se devuelve el dinero, incluso si hemos abierto la caja y probado el contenido. Incluso si el plato está en la mesa y no nos gusta su aspecto y no queremos nada a cambio porque se nos quitó el apetito. A veces podemos incluso cambiar de proveedor, cuando el actual no nos satisface.